El PSOE refuerza su ofensiva contra la estación intermodal, que tilda de "pendello do PP", al entender que el proyecto de estación de autobuses que está en la fase final de su ejecución supondrá que Ourense cuente con la estación "máis pequena e contaminante" de Galicia, según manifestó el secretario provincial de los socialistas, Rafael Rodríguez Villarino, asegurando que su formación "loitará para que no futuro poidamos apartar a terminal, xa que houbo posibilidades de facelo, porque o Adif ofreceu terreos ó outro lado das vías".
En un informe elaborado a partir de los datos de los proyectos de las intermodales gallegos, el PSOE critica que la superficie de la estación de autobuses de Ourense apenas sea de 6.000 metros cuadrados, lejos de los 9.000 de la proyectada en Lugo o los 13.000 de Santiago o Pontevedra, encabezando el ranking A Coruña con 28.000 metros cuadrados.
Para los socialistas, esta es la "última guinda do pendello do PP", criticando también el "muro das lamentacións" entre la estación y el centro de salud. La viceportavoz del PSOE en el Concello de Ourense, Natalia González, entiende que "é unha razón máis para rexeitar estra infraestrutura que nos queren impoñer", preocupada por los efectos sobre los usuarios del centro de salud. "Quédanos algo illado que terá problemas polo tráfico e a contaminación de centos de autobuses cada día", añade González.
La diputada socialista en el Parlamento Carmen Rodríguez Dacosta considera "innecesario" el muro construido "porque non responde ó proxecto presentado", razón por la que exige "responsabilidades" y una modificación del proyecto "polo ben dos ourensáns".
Además de censurar el tamaño de la terminal de autobuses en relación con el resto de Galicia, Rafael Rodríguez Villarino, afirmó también que la Consellería de Infraestruturas "non quixo escoitar para prexudicar a Ourense co único fin de investir os cartos noutras cidades".
Por otro lado, los socialistas están molestos con la gestión de la Xunta con la actual estación de autobuses, cerrada desde hace semanas para su demolición, obligando a los usuarios a refugiarse en dos marquesinas habilitadas de forma provisional mientras no se ponga en nueva marcha la nueva terminal, algo que el Gobierno gallego confía en hacer en febrero.
