CRÓNICA

Cuatro nuevos inquilinos para dar color al Posío

El clásico pavo real del Posío ya tiene cuatro nuevos compañeros, que se han unido recientemente a la fauna del jardín. Los usuarios le han cogido cariño rápidamente y piden más civismo para que puedan vivir sin sobresaltos.

El pasado mes de agosto, un ávido lector se percató de que solo quedaba un pavo real en el Jardín del Posío y que, además, aparentaba estar en la parte final de su ciclo vital. Sin embargo, en la cafetería de la zona, que regenta Manuel Rojo en concesión, nos confirmaron ayer que el veterano pavo real, con 18 años a sus espalda, resiste tras unas heridas que sufrió en las patas y ha recuperado mucha vida desde que tiene nuevos compañeros. El dueño del bar se hizo con cuatro nuevos ejemplares el pasado septiembre, tres hembras y un macho, para dar así más colorido a la fauna del Posío. Desde hace poco más de un mes, ya están sueltos para disfrute del público, junto al cisne, los patos y hasta una oca que forman parte de la tradicional familia animal de la zona. Durante los primeros seis meses las crías permanecieron en la pajarera, pero ya han crecido lo suficiente y ahora los paseantes pueden verlos a diario, por las mañanas en los tejados de la cafetería o en la parte superior y por las tardes, generalmente, en la zona del estanque. "É unha marabilla velos agora por aquí, danlle vida ao parque", dice Roberto, un jubilado que visita el lugar a menudo.

Los peligros siguen estando presentes para estos cautelosos animales. Como advierte el dueño de la cafetería, que se encarga de dar de comer a diario tanto a ellos como a los pájaros, la convivencia con los perros que van a pasear por la zona sigue siendo un foco de conflicto importante. "Case todas as semanas teño que advertir a donos de cans de que non os deixen soltos, porque son un perigo para os pavos e, dos que había antes, tres deles morreron a causa dos cans, ben sexa porque os perseguían e escapaban do xardín ou porque lles facían feridas. Tarde ou cedo volverá pasar o mesmo se non se pon unha solución", manifiesta. No solo los cánidos, sino que los niños también se ceban con estos animales, correteando detrás y causándoles en más de una ocasión estrés. "Son moi bonitos pero hai que deixalos estar ao seu aire. Hai nenos que corren con paus detrás, e iso non é bo", asegura Rojo. 

Cada día el encargado los saca de la pajarera, donde duermen cada noche, a las 09,00 horas, y los recoge sobre las diez de la noche. "É para que se acostumen a durmir alí e non acaben escapando, ademais de protexelos. O máis vello dorme sempre fóra, xa está acostumado". Se les da de comer a diario y, al ser omnívoros, "comen case de todo". 

Manzana, tortilla, pienso, cacahuetes o gusanos son algunos de los platos de su dieta. Pepi, una de las usuarias del parque, ya les ha cogido un cariño especial a estos nuevos inquilinos en el poco tiempo que llevan: "Cando eran crías vixilábaos cando estaban cos paxaros e sempre ando detrás da xente para que os trate ben. Son o máis bonito do Xardín", dice. Aún no tienen nombre pero Rojo asegura que "en canto teñan crías poñerémoslles nome".

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