REPORTAJE / INCENDIOS

Números de fuego en el verano ourensano

photo_camera El fuego se ceba con el paisaje ourensano.

Julio, agosto y lo transcurrido del mes de septiembre componen el grueso de la roja estadística.

Un año mas la locura incendiaria se ceba con la provincia de Ourense, dando lugar a escenas dantescas y confusas, a un paisaje desconocido para todos los habitantes de este verde país, y que raramente podrá recuperar su original
esplendor tras el paso de la voracidad depredadora de las lenguas de fuego que le consumen.

Desde marzo, no obstante, es posible registrar el inicio de una deriva demencial, que obliga cada año a esforzarse a gran numero de profesionales, y que deja yerma una tierra que hasta hace muy poco sirvió de sustento a quienes le habitaban. Julio, agosto y lo transcurrido del mes de septiembre componen el grueso de la roja estadística. Por fortuna, la explosiva aparición de la reciente ciclogénesis, ha sido la única herramienta capaz de contener otra explosividad depredadora, la del fuego. La lucha se reduce a los elementos naturales, finalmente. El goteo de incendios fue constante
a lo largo de toda la temporada, llamando a los puertas de la propia capital con su aparición en Palmés. Un primer aviso que ya presagiaba la debacle ambiental posterior. Mas adelante, el cruce de cuatro concellos, Baltar, Cualedro,
Trasmiras y Xinzo de Limia, dio origen al triángulo de las Bermudas ourensano. La ostensividad gráfica no miente: el circulo naranja a la derecha de estas páginas representa la dimensión de esta tragedia ecológica, que puesta en comparación junto a las restantes en la línea de tiempo dibujada, las deja en episodios puntuales.

UN LISTÓN ECOLÓGICO

El voraz incendio registrado en Cualedro este año, con 3.180 hectáreas consumidas, rozó el lamentable récord que aún ostenta Manzaneda en 2011, cuando desaparecieron 3.236 hectáreas. Hasta la actualidad han ardido en Ourense poco mas de siete mil hectáreas, de las cuales casi la mitad se deben a este incendio en Cualedro, lo que nos da una idea de la terrible magnitud que representa. Un año, 2015, que supone un importante salto cuantitativo respecto al que
le precede, al multiplicar por siete la superficie arrasada, volviendo al listón estadístico de los años anteriores. No obstante, 2014 supuso una autentica rareza en cuanto a incendios, pues las llamas disfrutaron de una inusual pausa sabática y llevaron sus números a mínimos increíbles.

Supone precisamente este oasis, el de 2014, el espejo al que deberíamos mirarnos, y no el espejismo que nos engaña, la anomalía estadística que descartamos en cada estudio. Las causas de esta situación de descontrol medio ambiental
son complejas, pero no suponen ni mucho menos un patrón histórico de nuestra sociedad, sino mas bien un hiato que debemos padecer. La solución a todo ello se encuentra en nuestra propia sociedad, ciudadanos y líderes, y en la
voluntad de cesar con una tendencia irracional que nos aboca a la pérdida de un potencial ecológico al que no deberíamos de ningún modo renunciar.

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