Obituario | J. Gonzalo Alejos Mouriño: ese casi impredecible amigo

Se nos acaba de ir otro de los todos que amamos la vida. Ese amigo del que se me hace difícil una glosa a pesar de las tantas vivencias con él compartidas. Podría decirse de Gonzalo que amigo de sus amigos; de sus enemigos, no sé. Todos le recordaremos por ese su carácter único que le hacía adorable. Apasionado en sus posiciones las defendía hasta el extremo y de esto saben un tanto los muchos con los que relación tuvo, haciendo honor a lo antes enunciado de amigo de sus amigos, que muchos eran. Gonzalo nació en Ourense hace ocho décadas, en una ciudad que apenas rebasaba los 50.000 habitantes. Estudia el bachillerato, se emplea en la Caja de Ahorros Provincial donde ejerció la dirección de varias sucursales, y tiene la fuerza de voluntad para cursar en la UNED la carrera de Historia, y digo la voluntad, porque quien tantos amigos tiene, a muchos planes debe atender, lo que hace más meritoria su licenciatura. Como hombre de tantos amigos, de aquellos primeros fidelísimo, como Manolo M. Rapela, Ricardo Outeiriño, Federico Martinón, Ricardo G. Miralles, su paso no fue inadvertido en esta ciudad, y acaso más para esos amigos de frecuente trato hasta ayer mismo como Gonzalo Sotelo, o la familia Martinón Torres, de la que acogido como un miembro más hasta el punto de que siempre estaba presente en cualesquiera celebraciones familiares, por ese su rendir culto a la amistad que en este caso inquebrantable. Se le echará de menos como integrante del Foro Corredoira, esa juntanza de excompañeros de CaixaOurense, creada por el tesón de Parras, de reunión mensual, donde era de los que nunca faltaba, aunque de quebrantada salud en sus últimos años sin perder un ápice de ese apasionamiento por las cosas que defendibles creía, como en una lucha que habíamos emprendida en los años 70 contra las graveras que extraían coios o cantos rodados del rio Miño que nos llevarían por radios y hasta televisiones, también del otro lado de la frontera donde la problemática medioambiental del río Miño compartida, porque las extracciones de los cantos rodados casi hacen desaparecer del estuario del Miño la ínsula Morraçeira, en una raya húmeda compartida. En aquellas ocasiones se logró paralizar dichas graveras en Barra de Miño, Quenlle, Barbantes y unas cuantas más del Baixo Miño, en cooperación con colegas medioambientales de Salvaterra, donde ya se sentía la influencia de las mareas. Alejos estaba dispuesto a acudir a donde fuese, aunque exposición o detrimento propio le subsiguiese. Este hombre que se apasionaba por las causas más diversas dejará como un vacío que solo él cubría.. Seguirás en el recuerdo de las muchas amigas que te rodearon, de los incontables amigos. Como católico y apostólico defensor de tu fe merecerías la trascendencia a tenor de tus creencias. Que la amistad te compense la soledad familiar en la que te encontrabas. Tu tuviste muchas relaciones sociales… a pesar de las lagunas en las que los humanos incurrimos por los tantos avatares, más aun cuando de una larga vida se disfruta.