CRÓNICA

Una obra para degustar sazonada con datos e historia

photo_camera Cristina Rodríguez, guia y restauradora de "Os satélites"

El cuadro "Os satélites", de Ramón Parada Justel, expuesto en el antiguo Banco de España puede verse con unas amenas visitas con guía que también explica el resto de la exposición 

Lujos son esas pequeñas cosas que hacen disfrutar de buenos momentos en un día que, sin tener nada especial, se transforma con un gesto tan sencillo como entrar en la sala de José Ángel Valente, antiguo Banco de España. Y hacerlo sin coste de entrada para encontrarse con la exposición de un pintor como Parada Justel. Y lujo es encontrarse con una guía que desgrana los secretos y las curiosidades de la obra allí expuesta, que permiten una visión mucho más completa y amena de esta muestra, organizada por el Museo Arqueolóxico.

La exposición es, sobre todo, la presentación en sociedad del cuadro "Os satélites", cuya restauración recayó en manos de Cristina Rodríguez que, junto con una compañera, empleó cuatro meses para devolverle al cuadro el color y la luz original que destacan los pequeños detalles. Así que nadie mejor que ella para desvelar el proceso y las microhistorias que encierran la obra.

"Esta obra fue adquirida en 2012 por la Consellería de Cultura, quien ejerció el derecho de tanteo al salir a subasta pública en una galería de Madrid", explica Cristina, ejerciendo ya de guía y continúa con la historia del cuadro: "Parada Justel obtuvo la tercera medalla en la exposición universal de Bellas Artes en 1899, lo que supone su primer reconocimiento oficial. Es importante para el Museo contar con esta obra porque se le había perdido la pista durante todo este tiempo. Era una posesión de los herederos del político liberal Montero Ríos. Se localizó en el comedor de un piso en Madrid".

La obra, sin presentar un estado deplorable, no estaba en buenas condiciones y por eso fue necesaria su restauración. "La mayor satisfacción para una restauradora es ir viendo todos los detalles ocultos que salen a la luz y que permiten ver el cuadro de una manera nueva", asevera Cristina, quien no esconde que también hay "miedos, muchos. Empiezas y nunca sabes con certeza cómo va a responder la obra, pero bueno, el comportamiento de este cuadro ha sido excepcional".

El valor de esta obra estriba, para la restauradora, en la composición y "en el uso que hace de las telas. Es un gran conocedor de los colores y eso es lo que más me impacta, además de la denuncia social implícita en este cuadro. Se ve la pobreza. Mientras un hombre come, los niños miran. Son los satélites que dan nombre a la obra". Y ahí está uno de los pequeños secretos: el cuenco donde come es de color amarillo y eso indica que se trataba de una cerámica de Niñodaguia. También es anecdótico que el nombre indicado en el marco original sea el de "Paradas Fustel", "no tenía buena letra y no se distigue bien su firma", relata Cristina Rodríguez. Pero a lo largo de las obras expuestas, en su mayoría propiedad del Museo, hay otras muchas historias que descubrir: una posible novia del pintor, una "Familia del anarquista" mal interpretada que le impidió ser pensionado o unas extrañas pajas en el marco de "Os satélites". La guía los descubre para ayudar a otra mirada. El arte es, sin duda, vida.

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