Los ourensanos, prudentes en el fin de la mascarilla obligatoria en interiores

El primer día sin mascarillas obligatorias en interiores dejó en la provincia escenas marcadas por la prudencia, ya que la mayoría de ourensanos mantuvieron sus bocas y narices tapadas a la hora de realizar sus tareas diarias. En los bares, comercios y demás establecimientos de la provincia, gran parte de los usuarios portaba su cubrebocas, al igual que los trabajadores, reacios a desprenderse de un elemento que fue imprescindible durante los últimos 700 días. En la Praza de Abastos no se observó gran cambio con respecto a jornadas anteriores, y los que acudían a comprar con la cara descubierta fueron una parte minoritaria del total de clientes. Los vendedores optaron por lo mismo, unos por convicción personal y otros por directriz de la compañía. “Desde la empresa ya nos dirán si llevamos o no y si la vamos quitando progresivamente”, afirmó Heidy Vanegas, empleada de Panalén, quien prefiere mantener la precaución para evitar contagiarse de un virus que todavía circula. “Estaremos así -con mascarilla- durante un par de mesecitos, por si acaso, al menos los que no tuvimos la covid”, agregó. Los comerciantes de la ciudad aseguran que la mayoría de clientes que recibieron ayer todavía portaba la mascarilla, aunque alguno aprovechó la nueva norma para dejar la protección en casa. “Habrá entrado una persona o dos sin ella, casi siempre por despiste. Claro que no se les puede decir nada”, afirmó Roberto Martínez, propietario de Frutas Martínez. En su caso, asegura que además de la mascarilla mantiene otras medidas de protección, como la distancia de seguridad, ya que considera que la situación sanitaria lo merece. “Sabemos que en los hospitales aún hay bastante gente, siempre hay que pensar en la gente más vulnerable”, agregó. En los supermercados la situación era muy similar, y los clientes que llenaron su cesta sin la mascarilla puesta constituyeron una excepción. Alguno de ellos aseguraba sentirse “raro” al pasar por caja con la cara descubierta. También en la Biblioteca Municipal Nós la gran mayoría acudió ayer a estudiar con su mascarilla, aunque pudo verse alguna excepción. “Soy de las pocas personas sin mascarilla. Para venir a estudiar es más cómodo”, afirmó Lorena, quien prepara una oposición. Los bares, caso aparte En los múltiples bares de la ciudad se vivió más disenso sobre el uso de la mascarilla, y es que como los propios hosteleros recuerdan, ya antes de la nueva normativa eran muchos los clientes que no la usaban, puesto que la ley permitía no hacerlo durante el consumo de alimentos y bebidas. “Xa había xente que entraba case sempre sen mascarilla”, afirmó Nacho Rodríguez, socio propietario del bar Trampitán. Lo que cambió, al menos en este local, es que ahora los camareros tampoco la usan. Historia en las aulas Los más pequeños del CEIP Mestre Vide vivieron ayer un acontecimiento “histórico”. Después de dos años de pandemia, los escolares leían un libro en clase sin mascarilla. La vuelta a la normalidad trasciende ya el recreo, en el que sí se permitía retirar el cubrebocas. “A Xunta non enviou directrices, só recomendacións. Os centros damos liberdade ao alumnado para utilizar a mascarilla ou non, como queiran. Liberdade total. Se o profesor da aula mantén a mascarilla, o neno tamén. Pero se a retira, normalmente os nenos tamén”, explicaba ayer Juan Regal, director de este centro. El ambiente va por centros: en Salesianos, por ejemplo, la tendencia ayer era la de mantener la mascarilla. . En los juzgados de la ciudad la jornada de ayer transcurrió también mayoritariamente con mascarillas. En la Audiencia Provincial todos realizaron su actividad con el cubrebocas puesto, salvo dos abogadas que se acogieron a la nueva normativa para acudir a un juicio con la cara descubierta. En el edificio judicial de O Couto, todos los participantes en la actividad judicial portaban mascarilla, aunque en algún juicio se presentaron testigos sin ella, que rápidamente se la pusieron al ver el ambiente general. Por lo pronto, el adiós de la mascarilla parece que no será instantáneo, al menos en Ourense, y todo parece indicar que la llamada “nueva normalidad” se irá dando poco a poco y con prudencia.