“En Ourense aún muere gente porque no conoce Alcohólicos Anónimos”

Esta organización celebró ayer su vigésimo aniversario, una cita especial en la que sus miembros compartieron con amigos y familiares una trayectoria vital de superación. También hubo tiempo para reivindicar que la asociación se conozca más.

Los 53 miembros ourensanos de Alcohólicos Anónimos se reunieron ayer para celebrar su vigésimo aniversario. Algunos subieron al escenario y relataron para sus amigos y familiares su trayectoria personal. Todos ellos repitieron la misma premisa: el alcoholismo es una enfermedad, no un vicio. “No respeta edades, sexo o nacionalidad, le puede tocar a cualquiera y es un problema de salud que acompaña toda la vida, necesitamos ir a Alcohólicos Anónimos como quien va a diálisis”, señaló Javier G., el miembro más veterano del grupo ourensano. 

Él mismo fue el encargado de dirigir el evento. Destacó la funcionalidad de una comunidad que lo ayudó a mantenerse sobrio durante más de dos décadas y señaló la problemática de desconocer que existe este organismo para los que padecen la patología: “En Ourense sigue muriendo gente de alcoholismo sin saber que existe un lugar donde se puede dejar de beber”, indicó. Según esta entidad, el problema se incrementa en el rural, desde donde acude aún menos gente a rehabilitarse. 

Tras su intervención, se celebraron los aniversarios de sobriedad. El aplauso más emotivo se lo llevaron aquellos que cumplieron su primer año sin beber. Se levantaron con decisión para recibir el calor de un público que los vitoreó al unísono. 

Después del reconocimiento llegaron los testimonios. Cada uno sirvió de ejemplo de un cambio de vida. Se sucedieron varios relatos de excesos con la bebida, en muchos casos desconocida hasta que sus círculos cercanos les ilustraron lo contrario. Fue lo que vivió Daniel F. “Eu non quería deixar de beber, non sabía nin sequera que tiña un problema, foi a miña familia quen me trouxo a Alcohólicos Anónimos despois dunha borracheira”, explicó. Cuando llegó se dio cuenta: “A través doutras testemuñas dinme conta de que tiña unha enfermidade”, explica. “Atopei persoas que eran o meu reflexo, que non sabía que existían e  que pensaban o mesmo ca min” y fue esa la motivación que lo llevó a querer tratarse.  

Para Montserrat F. escuchar como se sentían sus compañeros también suspuso un cambio: “Eu pensaba que podía controlar e que unha persoa alcóholica bebía todos os días, non era o meu caso, pero ás veces aferrábame ao alcohol para seguir vivindo. O tiña todo familia, amigos, traballo… e aínda así non podía entender a vida. O mais complicado de todo era non poder contarllo a ninguén, pero iso cambiou en Alcohólicos Anónimos”, relató. 

Otra mujer, Susana J., compartió su historia. La bebida le otorgaba el “poder” de ser una persona diferente, más sociable y simpática, sin embargo, con el tiempo “todo el mundo se había dado cuenta de que tenía un problema menos yo”, explicó. Al principio trató de solventar su enfermedad con pastillas que le recetaron pero “acababa mezclándolas con alcohol o con drogas y todo era peor, fue en este grupo donde realmente pude rehabilitarme”. A día de hoy lleva  13 años sobria.

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