Las cuentas demográficas siguen siendo malas para la provincia de Ourense. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó ayer sus estimaciones de defunciones y nacimientos durante las ocho primeras semanas y los dos primeros meses del año, respectivamente. Los datos no son positivos, ya que el saldo natural de la provincia -la diferencia entre muertes y nacimientos- restó alrededor de 622 habitantes a la población ourensana en el acumulado de enero y febrero.
El balance es negativo. A pesar de que el total de ourensanos que llegaron al mundo crece respecto al mismo periodo del año anterior, el dato de febrero baja por primera vez de los cien nacimientos. En concreto, se registraron 98, que sumados a los 111 del mes de enero acaban sumando un acumulado de 209 nuevos ourensanos durante lo que va de 2023. Este acumulado es un 5% superior al de 2022, aunque el volumen de recién llegados es lejano de otros datos del pasado. Mismamente en 2019, antes de la pandemia, el INE contabilizaba 219 nacimientos.
Las muertes durante las ocho primeras semanas suman un conjunto de 831 fallecimientos, una cifra muy similar a la del mismo lapso de tiempo de 2022, cuando se computaron 834, apenas tres más. La diferencia entre estos 831 óbitos y los 209 nacimientos, que tuvieron lugar en un periodo similar, deja un balance negativo muy difícil de remontar. No obstante, esta pérdida natural de 622 habitantes es un 8% menor a la registrada en 2019, antes de la pandemia; y la llegada de inmigrantes contribuirá previsiblemente a mitigar este crecimiento vegetativo en números rojos, como ya viene sucediendo.
El INE también sacó a la luz las estadísticas de fallecimientos hasta la semana 13, es decir, hasta el 2 de abril. Hasta esta fecha, perdieron la vida 1.344 ourensanos.
