arte et alia

Paco Ascón y Diego Opazo, metáforas desde el realismo

Teluria
photo_camera "Teluria" de Diego Opazo.

Ascón pinta una loa a la ciudad de Ourense, desde algunas de sus calles y espacios más icónicos del entorno de la catedral y plaza mayor. Son sus óleos un recorrido urbano, paisaje construido con sus volúmenes, de piedra y madera, encuadres de cristal de postal, con el brillo de lo estático, microcosmos de un mundo reconocible, donde las miradas resbalan y los recuerdos afloran… Son casas y espacios urbanos en los que posar lo perdurable de unos tiempos, sin conocer a sus moradores originales, muchos de los cuales abandonaron este mundo hace décadas, mas su legado perdura en la poesía de los días con la vitalidad cotidiana de los locales comerciales que se renuevan.

El gusto por los paramentos, sus sombras y humedades, unido al de los pavimentos geométricos, en los que se reflejan las gotas de la lluvia, o los rayos de un invisible sol son una de sus notas distintivas. Con ellos otros de la provincia, incluso algún paraje paisajístico. Un regalo verlos de nuevo en la pared expositiva de El Cercano, tras ser mostrados en ‘Ourense es arte’ en 2016. Es la suya una temática realista, descriptiva y documental, sin personas, todo lo contrario de la acuarelista Isabell Seidel, con tráfico y lluvia, que escenifica la vitalidad de la urbe, como nos mostró en una muy amplia muestra en el Museo Municipal en 2017. Lo suyo es un elaborado sosiego, un construido reposo en el que percibir lo monumental en lo cotidiano. Coetáneo suyo es Manuel Vidal, quien hace una pintura similar, aunque su realismo es de raíz lírica, desde el dominio de la luz al servicio de una idea en la que la imagen es signo. Paco Ascón Callejo (Barcelona, 1945), lleva desde la adolescencia en A Coruña, y desde hace años en Xares, A Veiga, en el oriente provincial, donde tiene casa y taller. Exhibe estos días una amplia muestra en Lugo, una de cuyas obras ha sido seleccionada para el IV Salón Internacional de Primavera de pintura realista.


Teluria en la sala Marimón


El chileno Diego Opazo (Santiago, 1966), expone un espacio habitado pero sin gente. Muros de adobe y ladrillo, con pocas aberturas, y sin tejado, estructuras como fortines, donde habita la gente y la esperanza, en el reborde del desierto de Chile. Sus fotografías nos interpelan, desde el extrañamiento, trasladándonos a una realidad ajena, también para él, surgida de un viaje. La Galería Marisa Marimón cuelga sus obras una vez más, en una relación que mantiene desde Lares loci, una evocadora muestra de excavaciones romanas con mucho de poesía como esta, y ‘Una película en la piel’. Se hallaba entonces en la calle Cardenal Quiroga, rebautizada como Alejandro Outeiriño en 2010. El fotógrafo ha expuesto en Valencia, Madrid y Tenerife, y en colectivas en León, Cáceres, Badajoz, Alicante, Almería y Las Palmas, además de Ourense en 2015. A fines de febrero estuvo en JustMad Art Fair. Sus obras, en dos formatos, hablan de ruinas y soledad, una propuesta de la galerista a las innovadoras tendencias actuales del arte. Teluria es magia.

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