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Tres panaderas defienden el sabor artesano en la Plaza

SSDD
photo_camera Jennifer Sotelo, María Delfina y Calia Vidal (abajo).

Aunque en seis meses, la Plaza de Abastos de Ourense ha perdido a la mitad de sus panaderas, tres locales permanecen abiertos y totalmente fieles al sabor artesano.

Tres panaderas, de las seis que había en la Plaza de Abastos hace escasamente seis meses, permanecen al pie del cañón en el Mercado, fieles al sabor artesano de toda la vida.

María Delfina Blanco es la decana de ellas, con 30 años a sus espaldas, siempre al pie del negocio, se jubiló hace ya 10 años, dejando el establecimiento en manos de su hija. Aquí se ha producido la tasa de reposición, algo que no ocurrió con el establecimiento de Pilar, que no encontró relevo, ni "con la de Mugares, que cerró hace seis meses sus dos negocios por motivos personales", explica Delfina.

Subraya que "antes había mucha más gente que venía a la Plaza, muchos de los clientes se jubilaron y se fueron a los pueblos". "Aquí no hay la cultura de otros sitios, como Madrid o Barcelona, que la gente joven sí que va a la Plaza; aunque también se ven chavales que compran en el Mercado", señala su hija, que prefiere permanecer en el anonimato.

Delfina tercia que "la verdad es que jóvenes se ven los fines de semanas solamente; antes no había tanto supermercado y al no existir esa competencia, se vendía más".

Panadería Camilo, de Ribadavia, abrió "en febrero del año pasado", explica su dueña, Jenniffer Sotelo Rodríguez. Apunta que apostaron por la Plaza de Abastos "porque era un alquiler bajo y nos decidimos por esto, yo y mis padres, que son los que abastecen el local con productos elaborados en su horno de leña, en Ribadavia".

Explica que "hay poca gente durante la semana, va la cosa muy lenta hasta que llega el fin de semana; eso sí, ahora empieza a venir mucha gente nueva y a partir de este mes de junio empiezan a llegar los turistas". De momento, y, aunque reconoce que "la cosa está difícil", sigue apostando por un negocio que funciona como empresa familiar: "Los pasteles, empanadas y el pan son elaborados por mis padres y mi hermano; todos me ayudan en lo que pueden", subraya Jenniffer Sotelo.

Celia Vidal es empleada en la Panadería Santamariña, "la boutique del pan", subraya. Cuando se le pregunta si la desaparición de tres panaderías se ha traducido en más ventas en las que todavía quedan en funcionamiento en el Mercado, Celia señala que "todo depende, hay días que sí que se nota que hay aumento de ventas, pero otros son bastante flojos".

Añade que, "aunque sólo llevo año y medio, todos me dicen que antes se vendía muchísimo más, pero no sólo las panaderías, sino la churrería, los bares, la gente del Rianxo, que tenía más establecimientos, y al haber más locales, había más gente y se compraba más".

En todo caso, las tres coinciden en que "se nota un incremento, aunque sea lento, de la gente joven que acude al Mercado", un dato importante para sostener esa apuesta por lo artesano que, entre otras, defienden estas tres panaderas.

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