La pandemia no borra el recuerdo

Ourense 30/10/20
Crónica preparativos fieles difuntos en la floristería de la plaza de abastos y en el cementerio de San Francisco

Fotos Martiño Pinal
Las restricciones a la movilidad van dejando su poso sobre todos los ámbitos de la vida, y afectan también a las tradiciones. Con la Navidad en peligro, Ourense prepara un Día de Fieles Difuntos diferente a todos los anteriores.

La sociedad ourensana ultima los preparativos para un Día de Fieles Difuntos tan atípico como el resto del año, con una inversión media para adornar las tumbas en torno a los 50 euros, en la línea de años anteriores a pesar de las circunstancias. No obstante, la tradicional limpieza de tumbas y colocación de flores previa a la festividad del domingo, a lo cual muchas familias dedicaban toda una mañana en comunidad, se ve despojada de su factor social. Quienes acuden al cementerio lo hacen a solas o en pareja e intentando terminar rápido la tarea, dentro de un tiempo estipulado de media hora. Además, muchas personas no podrán visitar a sus seres queridos debido al confinamiento.

En cuanto a las floristerías, sus clientes están acudiendo de forma más escalonada que otros años. En la Plaza de Abastos, donde figuran algunos de los puestos de flores con más renombre de la ciudad, los guardias de seguridad trabajan para asegurar que no se formen aglomeraciones. "La gente está viniendo con control. Ya empezaron antes a ir al cementerio, no como otros años el día 31 todos al mogollón. Ahora viene a la floristería la misma gente pero durante más días", celebra Alex Atrio. Desde Floristería Milagros Albitos están vendiendo flores de todo tipo: "La gente sabe que no hay mucho donde elegir, este año no arriesgaron ni productores ni almacenes y hay menos material". Están convencidos de que vaciarán todo su stock. "Lo único bueno que sacamos de esta crisis es que hay que echar a todos los políticos", recalca Atrio. 

"Cuando era pequeña, este día jugaba al escondite con mis primos entre las tumbas"

En Arte floral Saraiba, la variedad más demandada es el crisantemo, tanto en plantas como en centros. Su gerente, José Antonio Fernández, encargó todas las flores hace una semana, pidiendo menos mercancía por miedo a que se estropease. Fernández lamenta tanta incertidumbre: "Incluso preguntamos a la consellería y nadie nos supo decir si habría o no cambios de última hora". A pesar de todo, no está siendo una mala campaña: "No nos quejamos, aunque se vende algo menos que otros años porque la gente tiene miedo, muchos aún no saben si podrán ir al cementerio". Les siguen encargando grandes centros: "En estas fechas la gente no mira tanto el bolsillo". 

El cementerio de San Francisco es el camposanto más concurrido de la ciudad, aunque debido al covid se estableció un aforo máximo de 50 personas. Juan González, tras más de dos décadas de trabajo, es el más veterano de sus enterradores. Sabe quien viene día tras día a visitar el recuerdo de sus seres queridos y quienes solo acuden en las fechas señaladas,  y también ha advertido el decaer de estas tradiciones a lo largo del tiempo. 

González destaca lo previsores que están siendo este año los visitantes: "Hay quien ya vino hace una semana a poner las flores. Llegan muy escalonados, cuando tradicionalmente se venía el 31 a limpiar las tumbas, el 1 venir a traer las flores y el 2 a rezar. Ahora muchos ni siquiera han venido a hacer la limpieza". 

Reciben continuamente llamadas de personas mayores para preguntarles a qué hora pueden venir. Por fortuna, celebra el enterrador, "los que visitan al cementerio tienen mucho sentido". Solo de vez en cuando se produce alguna incidencia, por ejemplo cuando alguien entra al cementerio para pasear al perro.

Hasta ahora, habían sido los padres de Sonia Blanco los encargados de llevar flores a la tumba de sus abuelos. Viven en Villamarín, a menos de 20 kilómetros, pero debido al confinamiento de Ourense no podrán asistir este año. "Toca el relevo generacional", subraya Blanco. "Traigo mis botellitas de agua, lejía y el ramo hecho, cuando antes se cogían flores y lo montaba mi madre en el cementerio", explica. 

Blanco guarda buenos recuerdos del camposanto: "Cuando era pequeña veníamos aquí todo el día. Jugaba al escondite con mis primos entre las tumbas, curioseábamos buscando nombres curiosos en las inscripciones de las lápidas". 

Ourense aguarda tiempos con menos restricciones para honrar a quienes marcharon. Como reza  la placa a la salida del cementerio de San Francisco, "en memoria de todos os que aquí xacen, porque gracias a eles Galicia segue a ter cultura e lingua de seu".  

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