“Pasamos por delante del tipo y pegó dos tiros, joder, joder"

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photo_camera Tensión a las puertas del supermercado.

"Cada uno se metió por dónde pudo. Varios se escondieron en portales. Pero si nos pilla ahí, nos acribilla como pajarillos", asegura una de las testigos del suceso

"Sonaron los primeros disparos. Una persona comentó si sería una bombilla, otro, una estantería caída. Por un momento nos quedamos todos congelados. 'Vámonos que son disparos', grité. Y justo ahí apareció un empleado gritando". Lo cuenta Rosa, que estaba esperando para pagar en la caja por la que entró el asaltante: "No lo vi, estaba de espaldas. Pero otro de los clientes que escaparon conmigo a la calle me dijo que lo había visto con la escopeta en la mano. Le extrañó, pero no reaccionó. Fue todo muy rápido".

"Cuando llegó a la zona de las galletas empezó a disparar –explicaba un trabajador minutos después del suceso –. Cogí a mi compañero Marco y le dije: 'Para fuera'. Los clientes corrían para todos lados". Marco, a su lado, asiente: "Estaba en el almacén y me vino a avisar. Pasamos por delante de él y el tipo pegó dos tiros delante nuestra. Joder, joder".

"Es que siempre acierto con las intuiciones. Venía de vez en cuando. Nunca hablaba con nadie, se veía raro. Y, macho, la que acaba de liar", describía César a la salida del supermercado. Él fue uno de los trabajadores que ayudó a desalojar el local. "Todos los del Mercadona se merecen un monumento. Chapó", vuelve Rosa, que detalla cómo reaccionaron tras salir a la calle: "Cada uno se metió por dónde pudo. Varios se escondieron en portales. Pero si nos pilla ahí, nos acribilla como pajarillos". A la carrera, fueron cayendo las llamadas a la policía. "Yo intenté contactar a las 14,06 y ya no me cogieron", recordaba una testigo. Y se suma otra empleada: "Estaba en caja. Cuando escuchamos los disparos, salimos corriendo a Otero Pedrayo. Llamamos a la Nacional desde un portal. Al poco ya estaban aquí".

Los que no pudieron escapar, se escondieron dentro: "En la pescadería, en los almacenes o en el vestuario –cuenta María Angelines Lomba–. Allí me fui en cuanto escuché a un compañero gritar que era un atraco". "Me asomé y lo vi abriendo fuego. Si llega a tirar a matar, esto es una carnicería", analiza otra trabajadora mientras se abraza con un compañero que acaba de llegar. Es del turno de tarde: "Bufff... cuando me enteré, vine para aquí cagando leches, por la cabeza se me pasaba de todo, imagínate". Ya por la noche, otro miembro de la plantilla del supermercado–son unos 40– se confiesa: "Estamos todavía co medo no corpo. Iba camiñando e dixerónme: 'Non vaias para alá que hai un pitostio no Mercadona'. Pensei que sería calquera carallada. Pero madre mía. A xente está moi queimada e rematan pasando estas cousas".

Antes, por la tarde, tocó limpiar el lugar: "Vaya desfeita montó en la bodega". Y a la puerta del súper, dos mujeres: "¿Oye y al final abrís?". 

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