Perros a la espera de dar un paseo

EIROÁS (OURENSE) 16/04/2020.- Historias del coronavirus. Area Cid en la protectora de animales. José Paz
En la protectora de animales, durante el estado de alarma no se realizan adopciones ni tramitan acogidas. No es que se haya detenido el tiempo, cuando todo esto pase -temen- que se incremente el número de abandonos.

Una de las imágenes del confinamiento ha sido la de gente paseando a sus mascotas. Mientras, el resto del personal observa con envidia desde las ventanas de sus casas. Nunca se han visto dueños tan paseados y canes traídos y llevados por tantas manos; o a lo mejor, ha sido una impresión. 

¿Y cuando esto acabe? Acostumbrados a convivir las 24 horas con toda la familia uno se imagina ya el estado de ansiedad en el día después. “Cuando las familias desaparezcan van a ladrar, andarán agresivos, volverá el efecto rebote”, apunta Area Cid, desde Progape.

En nuestra sociedad nos hemos acostumbrado a los eufemismos para suavizar situaciones complejas. Uno recuerda cuando existía la figura del lacero para recoger los perros de la calle y cómo estos acababan en la perrera, todo un lugar inhóspito. Hoy se le llama protectora, que lo dice todo. Las palabras sin duda son importantes, transmiten significados en sí mismas.


Con historia


Mario llegó con las orejas y el rabo cortadas, era un cachorro; hoy, un animal ya adulto de raza indefinible. Los hay víctimas de maltrato, otros, potencialmente peligrosos que tras una denuncia -entre vecinos- acabaron en Eiroás. Los animales están separados por tamaños y sexos; en jaulas individuales están algunos recién llegados o de los “PPPs”, potencialmente peligrosos. Al fondo de una larga fila hay un pitbull con aire inocentón; hace 3 años apareció en el campo de fútbol de Velle, “no hace nada”. Hay algunos que llevan aquí toda una vida. Sobre un palé, una perra de color marrón; cuando Area la responsable de la protectora llegó hace 6 años ella ya estaba aquí.

El sonido de una jauría de perros es ensordecedor, se  acelera según perciben la llegada de un extraño. El sitio está cuidado, limpio, aún así no es un espacio amable. Nunca es grata la visión de animales enjaulados. Mientras ladran con insistencia, un operario pasa la manguera entre ellos. Hoy residen aquí 250 perros y 50 gatos. Desde que se decretó el estado de alarma no se tramitan adopciones ni se recogen perros, así evitan riesgos también entre los trabajadores. Aunque el coronavirus animal ha sido un virus bien conocido entre los veterinarios, lo grave es esta pandemia y la incógnita de su origen. 

Area lleva los guantes puestos, “aquí siempre los usamos; las mascarillas se acabaron hace días”. Reconoce que no siempre es fácil mantener las distancias, sobre todo cuanto toca asistir al veterinario. El lugar, aunque las instalaciones están desvencijadas y faltas de remozado, hoy se percibe hasta espacioso. “Las jaulas deberían cerrar bien, y estar protegidas de la lluvia. Faltan jaulas; también, agua corriente”, se lamenta, Recuerda en la protectora hasta 600 perros. En tiempos se llegaron a recoger a más de 1.000. Raro era el amanecer que no se despertaba con 4 y 5 bajas, hoy todo eso ya no ocurre. “Desde hace dos años no se muere nadie por una pelea”, dice. La disminución de animales esta motivada por los chips -2017- y las campañas -esterilización y acogida- llevadas a cabo desde la protectora.

Las instalaciones y los animales son del Ayuntamiento, de quien reciben anualmente 104.000 euros. Para su funcionamiento necesitan otros 90.000 que gestionan a través de campañas. En ella trabajan 6 personas. “Que la gente se acuerde que seguimos viviendo de la comida”, dice, pensando en estos días de encierro sin ayudas. “Cada día se consumen 8 sacos de 20 kilos de pienso; 3 días a la semana Coren nos suministra 150 kilos de pollo”. añade. Al salir, difícil olvidar esta manera de estar confinado. Protectora, dicen.

Te puede interesar