Ha tenido a lo largo de su vida dos pasiones: la familia y el carlismo. La primera por delante, aunque a veces la puso en riesgo por el segundo. Fue político, pero en los tiempos 'en que no se cobraba nada', recalca.

'La política me costó mucho dinero'

Rego Nieto en su casa entre libros y recuerdos de una vida. (Foto: L.P.)
Tiene un carácter apasionado, vehemente, incluso, pocas veces se ha resignado a ser espectador de la vida; al contrario, a lo largo de los años ha tomado parte activa en la gestión de la sociedad que le rodeaba. Así, fue diez años concejal y teniente de alcalde del Concello de Ourense y ocho años presidente del Festival del Miño, una de las iniciativas más singulares llevadas a cabo en Ourense en los primeros años de la segunda mitad del siglo XX. Manuel Rego Nieto lo recuerda bien, pues 'era un gran portal de Ourense; venía TVE para retransmitirlo en directo', cuando ese despliegue significaba una gesta para la época.
En la política municipal tuvo dos alcaldes, David Ferrer y Ricardo Martín Esperanza, al que se refiere como Caíto, como era conocido popularmente, aunque sólo los amigos le llamaban así. Recuerda que 'pude hacerme rico', aunque no lo hizo, pues aún hoy, con los 81 en el horizonte, vive en Marcelo Macías, 'en la casa que heredé de mi padre'.

En lo personal, el centro de su vida fue la familia: el matrimonio con su mujer, María Esther, y sus cuatro hijos, el mayor de los cuales ha fallecido, y siete nietos. Con ellos alrededor convalece de una crisis que le tuvo hospitalizado dos meses y medio y que ahora le tiene pegado a una silla de ruedas.

En lo profesional se siente orgulloso de tres cosas, y por este orden: haber sido relaciones públicas de la OPRIN (Oficina Provincial de Inversiones), dependiente de la Diputación, a donde le llevó Ferrer, y que fue donde germinó el Polígono de San Cibrao. Buscando inversores viajó de un lado a otro, incluso a Alemania, 'pues sólo teníamos la fábrica de los hermanos Barreiros', recuerda. En el país teutón vio de cerca la realidad de la emigración: 'Había verdaderos dramas, con trabajadores explotados que sufrían una gran morriña de Galicia. Hacían dinero a base de grandes sacrificios y de no gastar un duro'.

Luego fue gerente del Hospital Santa María Nai y del Teatro Principal, donde alcanzó la jubilación. 'En el Teatro fue donde estuve más cómodo', si bien en los otros destinos tuvo vivencias más intensas. En el Hospital propuso el nombre a David Ferrer; aquí también viviría etapas de frustración, pues en los primeros ochenta 'Victorino Núñez (era presidente de la Diputación) y su staf político querían regalárselo al Insalud. En aquella época tuvimos la bomba de cobalto sin funcionar durante cinco años, obligando a los pacientes de oncología a ir a Vigo y a Santiago, con los costes que ello suponía. Esta situación hacía, además, que perdiésemos ingresos de pacientes'.

Entró muy joven en política, siempre pegado al Partido Carlista, donde 'pasamos épocas delicadas, pues éramos una formación clandestina'. Desde esa plataforma participó en los movimientos y conspiraciones que se daban en el ámbito gallego cuando se vislumbraba la demoracia.

Conoció, trató y negoció con grandes personajes de la política gallega como Beiras, Camilo Nogueira, los Pacos (Rodríguez y Vázquez, respectivamente), con los que coincidió en la Xunta Democrática y el Consello de Forzas Políticas. Con los carlistas mantuvo encuentros y reuniones clandestinas por el norte de España y el sur de Francia, donde llegó a conocer a gente que se movía en ETA por aquellas épocas. Fue asiduo en Montejurra y allí vio caer a un compañero, abatido por un balazo fascista. Era 1976.

Rego hace un relato apasionado de todas aquellas andanzas, pero recuerda que 'la política me costó dinero, mucho'. Lo dice pensando en la corrupción actual. 'En la dictadura la había, pero nada comparable a lo de ahora, que parece una plaga'.

En la cultura ourensana también puso su grano de arena, ya que presidió durante diez años la Coral de Ruada, 'que me honró con la insignia de oro y brillantes'. Antes , mucho antes, había desempeñado la presidencia del Orfeón Unión Ourensana, cuyas semanas culturales cada mes de noviembre en torno a la fiesta de Santa Cecilia, constituían un oasis de libertad en la férrea dictadura.

Por su tribuna pasaron, sobre todos, Otero Pedrayo, a quien llama 'don Ramón, de quien me sentí muy próximo y me distinguió con su amistad'. Gracias a su influencia o su impronta, por allí pasaron Sebastián Martínez Risco cuando era presidente de la Real Academia Galega, Cunqueiro, Castroviejo, Fernández del Riego, Ramón Piñeiro, Carlos Casares o Xaime Illa Couto, entre otros. Lo destaca Manuel Rego, 'venían por medio de don Ramón y daban sus conferencias en gallego, sin que por ello se molestase el gobernador civil de la época', cuando era motivo suficiente para ello.

Todavía cortejó la cultura desde otros ángulos: la escritura (ha firmado 52 opúsculos de temática variada) y la adquisición de más de medio millar de libros sobre el carlismo, que donó a la biblioteca de la Diputación, para que quedasen a disposición de los estudiosos. También tuvo una época de embajador del ourensanismo acompañando al grupo Castro Floxo por Europa adelante, lo que le permitió conocer la realidad de los países del Este.

Se muestra pesimista sobre el futuro de Ourense y los jóvenes, ya que 'falta interés' para salir de la situación actual. No ve alternativas y sólo recupera el brillo de los ojos recordando que Toén, su concello natal, le hizo hijo predilecto: 'Estoy muy agradecido, sobre todo a los vecinos de Moreiras, que es su pueblo, y del que evoca a otros dos ilustres personajes, muy queridos de todos: Enrique Reza y Luis Padrón.

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