ENTREVISTA

"Lo primero que debe llevar un buen profesor es un gran don dentro"

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photo_camera Antonio Carreño, el pasado miércoles. (BELAY)

El hispanista ourensano Antonio Carreño (Parada de Sil, 1 de julio de 1938), catedrático emérito de la Universidad de Brown, en la que estuvo 22 años, forma parte ya del selecto club de 33 profesores distinguidos por la Escuela Española de Verano de la Universidad de Middlebury

En un homenaje que se enmarca en sus actos del centenario, el rostro de Carreño puede encontrarse ya en un poster junto a, entre otros, Américo Castro, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Octavio Paz, José Moreno de Alba, Joaquín Casalduero o Francisco García Lorca. Carreño, jubilado desde el año 2006, es el único vivo. Colaborador de La Región a través de sus crónicas desde la Ribeira Sacra, algunas de las cuales figuran en su libro de relatos "Crónicas de un maestro rural, de Boston a la Ribeira Sacra". 

¿Qué ha supuesto para usted esta distinción? 

La acogí con gran satisfacción, todo reconocimiento a una labor académica y pedagógica siempre es bienvenida. Muy agradecido a estar entre 33 distinguidos profesores en un periodo de cien años. Por Middlebury han pasado muchos profesores de mucho prestigio en Estados Unidos, en el ránking está en el sexto o séptimo puesto de todo el país.

¿Comenzó usted como maestro rural en los 60, ¿qué recuerdos guarda de aquella época?

Fueron cuatro años, aquellas campañas de alfabetización promovidas por la Unesco. Los primeros números de la promoción iban destinados a una aldea y allí estaban tres meses. Estuve por la zona de Monterrei, por Castro Caldelas, por Viana... También en la ciudad, en el colegio Curros Enríquez. Pero lo que veía no me gustaba, no era para mí. Hice la maleta y me marché a Estados Unidos, como turista. Allí me quedé.

¿Qué era lo que no le gustaba?

Yo era maestro de corazón, de alma y de espíritu. Tenía 23 años, acababa de sacar la oposición y me sentía estancado. Me pareció absurdo, quería dar el máximo de mí.

Y se fue a Estados Unidos, ¿dominaba el inglés?

Casi nada. Conseguí un puesto en una escuela secundaria privada, me reconocieron el magisterio que había sacado en España. Un profesor, Gustavo Correa, colombiano, fue como un ángel para mí.

¿Qué debe tener un profesor?

Lo principal debe ser llevar un gran don dentro, el enseñar es algo vocacional, no se funciona por prestigio. Y debe leer y leer. Debe tener vocación, claro, pero también fuerza, voluntad, constancia... Soy de los que piensa que si un niño no da todo lo que tiene dentro en parte es por culpa del maestro. No comparto los trabajos de por vida, hay que renovarlos en función de los méritos. El problema que tenemos en España es que un catedrático se convierte en un funcionario del estado. Es un puesto vitalicio. Hay gente muy buena que no siente que esté incentivada.

Sus hijos han continuado el camino de su padre...

Sí, los dos, los dos enseñan en los Estados Unidos, el chico en George Maison, la segunda universidad pública del estado de Virginia, y la chica da clases de español y francés en Vermont. La enseñanza es algo que va en la familia. No es por dinero, es la dignidad la que califica a un buen profesor.

¿Cómo era su pueblo cuando se marchó y cómo lo ve ahora?

Para empezar, la carretera que iba de Parada de Sil a Villarino Frío estaba sin pavimentar, no le digo más. Por lo demás, en España, la calidad de vida es extraordinaria. Lo comparas y te das cuenta que la soledad es angustiosa en Estados Unidos. Cada uno vive su mundo en el interior de las casas, no hay terrazas. La gente trabaja, trabaja y trabaja, no hay tiempo para otra cosa.

¿Cómo es la sociedad estadounidense?

Muy competitiva, también y sobre todo en el mundo académico. Las universidades compiten unas contra otras, se pelean por los estudiantes. Y el americano está orgulloso de dar dinero para las universidades porque sabe que eso va a redundar en el bien del país, eso es algo que allí tienen muy enraizado.

¿Está bien valorado el profesor español en Estados Unidos?

Yo creo que sí, tenga usted en cuenta que allí hay 40 millones de hispanohablantes, casi tantos como en España. Todas las universidades de prestigio tienen a gala disponer de un departamento de humanidades. En todo caso, debemos tener muy clara la gran diferencia que hay entre la América profunda, Mississippi, Alabama, Wisconsin, o por ejemplo la del Este, desde Boston hasta Washington.

Ayer hubo una manifestación multitudinaria en Barcelona contra el terrorismo...

El terrorismo es algo horrible. El fanatismo hace mucho daño, también lo hay en Estados Unidos, esos evangelistas que se suben a los púlpitos y hacen milagros... No hace nada hubo unos enfrentamientos lamentables en Virginia. En fin, deshumaniza a las personas.

Desde fuera da la sensación que aún no está cerrada la herida racial en los Estados Unidos...

No está cerrada, es algo que muchas familias todavía llevan dentro. Las universidades siempre se han esforzado en admitir a estudiantes de todo tipo de lenguas y razas, lo que llamaban admisión ciega, primero el currículum, después, si la familia no tiene recursos, se lo paga la Universidad. 

¿Con qué está ahora?

Con el proyecto de un libro de 800 páginas que me ha llevado cuatro años. Espero salga en noviembre. Son unas cartas que le mandó Lope de Vega al Duque de Sessa entre 1604 y 1632. Son cartas de mucho contenido erótico, sexual, muy bien documentadas. En ellas, Lope de Vega queda reflejado como un mujeriego adicto al sexo.

¿Cómo es su vida de jubilado?

Una maravilla, tengo el tiempo que quiero y hago lo que quiero. Ordeno, leo, escribo, paseo. Tengo siete mil libros en la biblioteca de mi casa en Parada de Sil. ¿Que son muchísimos? Pues  le aseguro que sé donde está cada uno de ellos.

¿Cómo ve la España actual?

Siempre comparo los congresistas españoles con los estadounidenses y la conclusión es que en España falta cultura política. La verdad, me gustaría gente mejor formada. 

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