Relatos en la lejanía

Profesores que dejan huella: José Amengual

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Nos había anunciado el tema a tratar en la próxima clase, y llegó el momento. Aquél fue un día solemne. Por primera vez juntos en una clase alumnos de ambos sexos, para escuchar al catedrático mallorquín señor Amengual Ferragut, a poco de llegar destinado, como profesor; al Instituto de Enseñanza Media de Orense. Normalmente nuestra clase de Ciencia Naturales solíamos darla en un aula de la planta baja, en la que en sus paredes estaban adosadas unas vitrinas que contenían distintas especies de animales disecados y también una reproducción de un esqueleto humano articulado. El anuncio de su primera lección en el Instituto produjo tal expectación que la dirección con buen acierto, dado el número de alumnos e incluso de profesores asistentes y de padres de alumnos, la clase acabo trasladándose al, Paraninfo, donde ya tuvo acceso un número considerable e indeterminado de orensanos que acudieron y abarrotaron el Gran Salón Noble.

El señor Amengual venía precedido de un bien ganado prestigio en el ámbito de la Biología y en Ciencias Naturales. Fue destacado miembro de la F.A.O., consejo de Investigaciones Científicas, y se le había otorgado la medalla de Alfonso X El Sabio y numerosas condecoraciones de distintos países.

El impacto que se produjo entre todos nosotros fue de asombro, dada la sociedad cerrada de entonces, en los que los temas que afectaban a la sexualidad generalmente eran considerados tabú, y que, aunque todos lo sabían, la sociedad enmudecía ante hechos reales, de los que eran actores y a la vez consentidores.

Cuando el señor Amengual llegó, nosotros nos encontrábamos en plena adolescencia y el profesor Amengual nos abrió los ojos, dio una clase magistral, descorrió el “estúpido velo” que nos envolvía enmarañando nuestro cerebro y dejó entrar la luz y la diafanidad. Fue desde entonces cuando se asentaron, para casi todos, los principios y el origen del ser humano, porque hasta entonces se nos había hablado como referencia de “la cigüeña” y de “París” hasta donde querían llevarnos los necios y los hipócritas. ¿El porqué de ese adocenar? La enseñanza, la formación humana y transcendente no debiera de estar ausente desde su inicio. Su lección fue seguida por todos en medio de un silencio y con una atención e interés inusitado. Hablar de estos temas hoy, pasados los años sin duda puedan parecer retrógrados a algunos lectores, e incluso provocar la hilaridad de muchos y más aún a los que podían aparecer como más adelantados, que se plegaban e incluso se callaban. En su lección se dejó de paparruchas y engaños fue claro y contundente. "La fecundación en el ser humano se produce porque mediante una acción quimiotáxica positiva, el espermatozoo masculino penetra en el óvulo femenino y lo fecunda"- reproduzco exactamente las palabras que el profesor dijo-.

Escuchándole, digo: Al que creó el ser humano de nada le valen los artificios, las ocurrencias, ni las invenciones ocasionales burdas del momento.

Los seres humanos no existimos por generación espontánea, existimos porque Dios Ese Ser Superior a todos nosotros nos ha creado con toda nuestra anatomía sin excluir ninguna, y nos ha dotado de los órganos propios y diferenciados para la reproducción. Esto que hoy nos parece obvio y natural, entonces se ocultaba. Pues bien, en otro orden de cosas el profesor Amengual, biólogo, mallorquín de nacimiento, durante el tiempo que permaneció en Galicia contacto con pequeños empresarios de la costa de Pontevedra, que con unos métodos más que rudimentarios se dedicaban a la pesca de los moluscos. Se construyeron por su iniciativa los primeros ensayos y se inició con los trabajadores del mar las primeras bateas, criaderos de mejillón y se inició una etapa de gran esplendor para la economía gallega. El señor José Amengual Ferragut se casó con doña María Ángeles Soria hija de don Jesús Soria pintor y catedrático de dibujo del instituto de Enseñanza Media, persona muy querida en Orense, en la que el pueblo dedico una calle en el barrio del Couto donde estaba su casa y en la que vivió hasta su muerte.

Sin duda dedicaré próximamente un relato a su persona.

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