EN OURENSE - REPORTAJE

El Puente Romano, un relato en diez historias

El puente exento de muchos elementos constructivos por llegar y que afectaron a su esté tica y visión; año 1960.
photo_camera El puente exento de muchos elementos constructivos por llegar y que afectaron a su esté tica y visión; año 1960.

La enseña de la ciudad. Testigo atento de invasores y contiendas; de grandes crecidas y de colapsos, que lo arruinaron una y otra vez. De una modernidad no siempre comprensiva, y aun así el Puente Mayor resiste.

De otra época. En tiempos de inmediatez, del rápido-rápido, donde dos líneas seguidas semejan un tratado de síntesis, nadie se plantearía nada semejante. 40 años de trabajo, infinidad de archivos, planos, estudios de otros autores, hacen de “A Ponte Maior”, de Juan Carlos Rivas, un libro imprescindible. En sus 530 páginas y el peso -casi- de uno de los sillares del puente, recorre al tiempo la historia de esta ciudad, su razón de ser, sus idas y venidas, también progreso. Un puente que el autor sitúa en el 20 A.C. y se justifica. “En plena invasión, los romanos no podían ponerse a hacer un puente que pudiera llevarles cinco años”. Puente Romano.

Rivas, de formación técnica, e inoculado por el veneno de la arqueología y la historia, pretendía dejar una obra definitiva sobre este símbolo (testigo) y no escatimó esfuerzos. De su origen romano, como delatan pilas y basamentos, sillares cuyas aristas parecen recientes. Las veces que el monumento colapsó, que no fueron pocas, sino que lo raro fue verlo en pie a lo largo de estos 20 siglos de historia. Las desatenciones, incluso la desidia con el entorno, que vio desaparecer los roquedales y “coiñais” respetados por sus constructores, pero no por la modernidad; del poder episcopal y benefactor obispo Lorenzo (“el único que tenía derecho a pescar en el río era él”), quien lo reconstruyó -dicen- en 1222, y esta sería una de tantas. Los edificios colindantes, que lo abrumaron; avatares del tráfico, con los que tuvo que lidiar hasta casi ayer (1999). La declaración de Monumento Nacional, precisamente vino en 1961, dos años después del último colapso que lo llevó a la UVI durPuente Romano.ante largos años. El puente sucumbió pero nunca fue por las pilas -romanas- sino por los arcos. Imaginarias -hoy- las cimbras que deslumbraron los 38 metros del arco central; toda la tecnología romana dispuesta para una obra sólida y bella, a la que las reconstrucciones, los arcos ojivales muestran los avatares del medievo y ocultan sus verdaderos autores. 

Un puente “romano-medieval” que requiere cuidados, por las humedades y la mala calidad del relleno para que dure. Pues eso. 


Diez historias


¿Por qué se le llama romano cuando es medieval?

En realidad es un puente romano-medieval. “De romano le queda poco más de una tercera parte, sobre todo en las pilas, en los basamentos, y en algunos sillares aislados dentro de la estructura medieval”. Curiosamente -según comenta Rivas- la piedra que utilizaron los romanos es de mejor calidad que la que se utilizó para sus reconstrucciones posteriores; hasta algunas de sus aristas visibles en los pilares parecen recientes. “Sospecho que trajeron la piedra de las canteras de Mugares, en Toén”, añade.

Manuel Pereira estuvo oculto en el puente

De Juan Manuel Pereira de Castro (Redondela, 1820-Ourense, 1896) se han visto historias sorprendentes. Él fue quien inspiró “O señorito Reboraina”. de Otero Pedrayo. Como político -progresista y republicano-  conspiró contra el régimen conservador en compañía del general Prim, que dio paso al Sexenio Democrático. Según Rivas, este Garibaldi gallego con calle en Ourense “estuvo oculto en el hueco del arco en la cima del arco central, era su esposa -ourensana- quien por la noche le llevaba comida”.Puente Romano.

El puente tuvo torres, la última derribada en 1835

A lo largo de la historia, el puente dispuso de torres, la última fue derribada en 1873. Se decía que interrumpía el paso de los carruajes. “Se sabe que se llamaba Torre Nova, estuvo situada en el último pilar del puente hacia la ciudad. 14 metros de altura, con almenas y una zona aboveda en el interior; rectangular por un lado y semicircular por otro para adaptarse a la forma del pilar; erigida en 1628 con la ayuda del Conde de Lemos. La nueva carretera de Villacastín a Vigo, fue la excusa para el derribo. 

A Ponte Pequena, para salvar el Barbaña

Al Barbaña, que cuando el Miño crecía llegaba -por lo que se ve- con las aguas bien adentro, le hiceron un canal de derivación para evacuar caudal arriba del puente. Allí, otro puente, A Ponte Pequena, figuraba perpendicular al romano. El canal se llenaba cuando el Miño crecía, si no andaba seco. “Un documento (1876) dice que al pasar por allí las aguas olían mal porque estaban estancadas”. Hoy todo está tapado, pero a veces la calzada da señal del relleno con huecos en la calzada en el entorno de Os Remedios. 

Pasos del Miño: Vao, Porto Vello y Porto Auriense

Eran los pasos de toda la vida, que cuando el Romano colapsaba había que recurrir a ellos. “Portos, equivalen a pasos de barca”. El Vao, a la altura de la pasarela del Ponte Vella; en el estío, los ganaderos portaban por allí el ganado, evitando pagos. El Porto Auriense estaba pegado a las pilas del Puente Romano, desde allí se pasaba en barca. El de Porto Vello, alineado en la direccióPuente Romano.n de la actual capilla, por su propia denominación sería el más antiguo, “tenía que ser ya de tiempos prehistóricos”, apunta Rivas.

Lo normal, un puente fuera de servicio

Los pilares no fallaron nunca, las dovelas de los arcos, sí. Del puente no se habla hasta tiempos del obispo Lorenzo, en 1222, el año en el que se empezó a reconstruir con la ayuda del rey Fernando III el Santo, de quien había sido confesor. El obispo era amo y señor del poder. “Se puede decir que el puente estuvo muy pocos años en servicio desde su creación; además, muchas veces se reconstruyó mal porque no había maestros especializados, se hicieron verdaderas chapuzas; más de uno tuvo que huir”. 

El gran roquedal, una cantera en la margen izquierda

En las imágenes antiguas aún se puede ver una gran formación de roca natural en la margen izquierda; le aportaba presencia e impedía que el agua, hasta que alcanzara un determinado nivel, se adentrase en el tercer pilar. Gran parte se empleó en la reforma de 1876 para el pavimento: cantos rodados del “gran coiñal”, junto a la desembocadura del Barbaña, fue material de relleno. Para rematar, en los años 60 del pasado siglo, una “concesión” política finiquitó con el roquedal y su bella estampa. 

Con coches y una carretera entre sus arcos

No siempre fue peatonal, no lo fue hasta 1999. “Recuerdo -dice Rivas- las carreras que se hacían por la noche, les gustaba saltar en la cima del arco central; una temeridad”. Máxime, si hacemos cronología de las veces que colapsó a lo largo de la historia. Por si esto no fuera suficiente, en 1970, una carretera, la N-120, pese a la oposición de diversas asociaciones y la categoría de Monumento Nacional, no fue impedimento para que su trazado fuera entre uno de sus arcos, alterando rasantes y sin apenas protección.

En origen, el ancho del puente era mayor11_result

Hasta casi dos metros más de ancho. “En la Edad Media achicaron el puente aguas abajo, hasta el ancho de hoy, de cinco metros y pico”. Las continuas reformas alteraron la fisonomía del Puente Romano, también el estilo, modificando el arco central, de 38,2 metros, uno de los mayores dentro de lo que era la tipología de los puentes romanos, para transformarlo en un arco gótico. Para apoyar el arco central -margen izquierda-, al surgir una falla, los romanos idearon un arco apuntado sobre la roca.

En 1959, la última vez que colapsó

Son conocidas las crecidas del Miño. El 26 de diciembre de 1959, merced a las continuas lluvias, el cauce alcanzó los 8.500 m3/s. La parte superior de la pila central se vino abajo, que fue reconstruida por el ingeniero Carlos Fernández Casado. “El problema es que el puente tiene un relleno que debe ser horrible, ese relleno con la humedad se expande hacia los laterales”. Tres meses de intensas lluvias colapsaron el puente, agrandaron grietas y surgieron otras nuevas. El gran riesgo son las filtraciones. 

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