¿Quieres la coca? Pues llama

Un vecino de la ciudad poco se imaginaba que donde debía haber matojos encontró una bolsa de plástico de color azul con cocaína en su interior. Los hechos ocurrieron a media tarde del 5 de noviembre de 2019 en la Rúa Transferrocarril en Quintela (Ourense). R.B.M. paseaba por la zona de pinares cerca de una finca de su propiedad cuando halló, entre piedras y semienterrado, el paquete sospechoso. Por eso, no dudó en llamar a la sala del 091 de la comisaría, cuando aún estaba en Ourense. En presencia de dos agentes de la brigada de Seguridad Ciudadana, pudo ver lo que había en el interior: un envase de cristal que contenía tres envoltorios con una sustancia blanca que, a primera vista, parecía coca. Ya en dependencias policiales, el Grupo de Estupefacientes confirmó lo que parecía. Pero faltaba lo importante, saber de quién era la droga oculta entre piedras. Los investigadores decidieron regresar al zulo donde estaba escondida la sustancia. Introdujeron envases similares a los encontrados pero vacíos y optaron por esperar a que apareciese el propietario o guarda de la cocaína. Pero el hallazgo aún guardaba otra sorpresa: los policías vieron como junto al agujero existía otro habitáculo paralelo del que asomaba otro bote de cristal de grandes dimensiones que en su día debió contener aceitunas y ahora, 30 bellotas de hachís. La Policía Nacional dejó una nota manuscrita con un número de móvil en el zulo donde estaba la droga por si aparecía el dueño El dispositivo de vigilancia sobre el zulo continuó de forma ininterrumpida, mañana y noche, hasta el 9 de noviembre. Pero nadie se acercó a recoger la droga, y un día después había elecciones generales (el 10-N) y los agentes debían dedicarse a otras lides. Por esta razón, el grupo antidroga de la comisaría articuló “un plan b”: introdujo en el escondite una bolsa de plástico similar con una sustancia que emulara la hallada en un primer momento pero ahora con 200 gramos de azúcar glas. Pero, además, el oficial del grupo incorporó una nota manuscrita en la que se hacía pasar por un transeúnte del montón y daba cuenta que se había quedado con la droga. Escribió su teléfono: si el dueño de la mercancía quería recuperarla tendría que llamar para entablar una negociación. La esperada llamada se produjo a las 19,23 horas del 11 de noviembre. El interlocutor, con acento portugués, se presentó, según asegura la Policía Nacional, como el propietario de la sustancia estupefaciente, dispuesto a negociar. Los policías tiraron del hilo y el posicionamiento del móvil les llevó hasta Xinzo para dar con el paradero de Pedro Manuel G.M. (44 años), quien será juzgado a finales de mes en la Audiencia provincial por tráfico de drogas que causan grave daño a la salud (tiene antecedentes por ese mismo delito). El fiscal le atribuye la droga de los botes (198 gramos de cocaína y 273 de hachís) y los 33 gramos de coca que llevaba consigo en el momento de la detención. Se enfrenta a una petición de cinco años de prisión y multa de 52.000 euros. La defensa, por contra, plantea la libre absolución y habla de delito provocado.