Técnicos municipales revisan estos días las pozas termales del río Miño para evitar que entren los peces, como sucedió el pasado martes, 21 de abril, cuando murieron asfixiados alrededor de 400, al colarse en el agua caliente cuando buscaban un remanso para depositar los huevos.
Los técnicos revisan cada una de las paredes para localizar fisuras, agujeros y tuberías inservibles con el objetivo de taparlas con una red ecológica y, así, evitar más muertes de la fauna. Los trabajos se prolongarán hasta mediados del mes de mayo, según fuentes municipales.
