Decenas de paneles solares térmicos, al pie del edificio, consiguen que el recinto religioso pueda autoabastecerse

El Seminario se suma a las energías limpias para calentarse y tener luz

Paneles solares instalados al pie del Seminario para obtener energía. (Foto: MARTIÑO PINAL)
El área geográfica de la provincia de Ourense, concretamente la mitad sur, es la mejor zona climática de Galicia para emplazar instalaciones de energía solar, según los informes del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía.
En los últimos años, la implantación de estos sistemas ha avanzado de manera significativa tras partir de una situación de presencia mínima, llegando a los 5.300 metros cuadrados de placas solares térmicas -lo que supone aproximadamente el 11,5% del total instalado en Galicia- y a casi un centenar de instalaciones fotovoltaicas, que suman 1,7 megavatios -el 15% del total de la Comunidad Autónoma-.

Las instalaciones de energía solar térmica cubren la generación de agua caliente, climatización de piscinas o calefacción y las nuevas construcciones deben cubrir por ley un porcentaje de estos recursos dependiendo de su consumo medio de agua caliente y su emplazamiento. Sin embargo, cada vez son más las construcciones realizadas antes de la implantación del código que instalan placas solares. Uno de los casos más llamativos, que además es perfectamente visible desde el exterior, es el del Seminario de Ourense, que desde hace más de un año autoabastece sus instalaciones de calefacción y agua caliente mediante el uso de energía térmica. Aunque no ha cuantificado el ahorro, que se producirá a largo plazo porque antes es preciso amortizar la inversión, fuentes del centro han indicado su satisfacción con este nuevo modelo energético.


EN VIVIENDA UNIFAMILIAR

Al margen de este edificio, numerosas viviendas unifamiliares en el rural ourensano y algunos edificios de la ciudad, que suman un centenar según fuentes del Inega, han instalado ya paneles pero fotovoltaicos que se utilizan exclusivamente para la generación de electricidad (que también sirven indirectamente para el agua caliente) y pueden estar aisladas o, como la gran mayoría, conectadas a la red eléctrica. El principal problema de estas energías es el alto coste de su instalación -entre 5.500 y 7.000 euros por kilovatio-, por lo que los propietarios suelen vender la producción generada por el sistema que no necesitan. Los costes son proporcionales al tamaño de la instalación, por lo que a partir de 100 metros cuadrados de superficie cuesta prácticamente la mitad que una que tenga menos de cinco.

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