La SGAE defiende el uso de música en banquetes pero matiza que para efectuar un uso legal de nuestro repertorio, el administrador del servicio debe obtener la licencia correspondiente. Se refiere al hostelero de Vilamartín juzgado por no pagar esta licencia y afirma que no quiere llevar a la cárcel a nadie.
La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) asegura que defendemos y celebramos el uso de música como elemento lúdico y amenizador en banquetes de boda y eventos análogos. Por ello, defiende que jamás amenizar una boda con música puede costar la cárcel a nadie, pero sí matizamos que, para efectuar un uso legal de nuestro repertorio, el administrador del servicio debe obtener la licencia correspondiente satisfaciendo una cantidad en concepto de derechos de autor. Resulta justo que si un empresario incluye entre sus servicios (por los que obtiene unos ingresos) la interpretación de un repertorio, los legítimos dueños del mismo tengan derecho a una compensación.
La SGAE se refiere, además, al hostelero de Vilamartín juzgado hace unas semanas en Ourense por una utilización no autorizada del repertorio de la SGAE, desde enero de 1998 hasta la actualidad, realizando una comunicación pública de la obra protegida y negándose repetidamente a obtener la licencia correspondiente. Así las cosas, para la SGAE, se genera un caso de competencia desleal con respecto a la mayoría de locales hosteleros, que cumplen con rigor sus obligaciones legales. Además, la SGAE no quiere llevar a la cárcel a nadie. A pesar de haber sido instado por el Juzgado de Primera Instancia y, posteriormente por la Audiencia provincial a pagar los derechos de autor y a cesar en la comunicación pública de la obra protegida hasta haber solicitado la licencia oportuna, el empresario de Vilamartín prosiguió con su actitud ilegal. La acusación particular y el fiscal calificaron los hechos como presuntos delitos contra la propiedad intelectual y desobediencia.
La SGAE se refiere, además, al hostelero de Vilamartín juzgado hace unas semanas en Ourense por una utilización no autorizada del repertorio de la SGAE, desde enero de 1998 hasta la actualidad, realizando una comunicación pública de la obra protegida y negándose repetidamente a obtener la licencia correspondiente. Así las cosas, para la SGAE, se genera un caso de competencia desleal con respecto a la mayoría de locales hosteleros, que cumplen con rigor sus obligaciones legales. Además, la SGAE no quiere llevar a la cárcel a nadie. A pesar de haber sido instado por el Juzgado de Primera Instancia y, posteriormente por la Audiencia provincial a pagar los derechos de autor y a cesar en la comunicación pública de la obra protegida hasta haber solicitado la licencia oportuna, el empresario de Vilamartín prosiguió con su actitud ilegal. La acusación particular y el fiscal calificaron los hechos como presuntos delitos contra la propiedad intelectual y desobediencia.
