Son alumnos del Conservatorio seleccionados para integrar la sección infantil de la orquesta

La Sinfónica de Galicia ficha a siete jóvenes de la ciudad

Alumnos ourensanos del conservatorio integrantes de la sección infantil de la Sinfónica de Galicia. (Foto: XESUS FARIÑAS)
El debut de la sección infantil de la Orquesta Sinfónica de Galicia en el coruñés Palacio de la Ópera, la mañana del pasado 25 de abril, rezumó ourensanía por sus cuatro costados y es que, el manejo de los instrumentos de cuerda estuvo dominado a la perfección por siete destacados alumnos formados en el Conservatorio de Música de Ourense.
David, Salomé, Santiago, Sara, Carmen, Yago y Ada, todos con edades comprendidas entre los 12 y los 16 años, son los nuevos valores, con mucho futuro profesional, sobre los que se ha depositado la responsabilidad de regenerar la escena musical gallega.

A pesar de su corta edad, entre los 12 y 15 años, el telento y sacrificio se miden a partes iguales porque todos tienen que compaginar sus estudios reglados con la exigente carrera musical y los madrugones semanales para acudir a ensayar los sábados a Coruña con profesores de la Sinfónica. 'Soy consciente de que debo trabajar muy duro para poder alcanzar el sueño de dedicarme a la música profesionalmente', explica el violinista David Meira, de 15 años. Su hermana, Salomé, de 13 años, también violinista, indica que 'cuesta mucho madrugar los sábados a las 6:00 horas de la mañana para ir a Coruña, pero disfruto tanto con los ensayos que cuando llego al autobús ni siquiera puedo dormir con la emoción'.

La competitividad que encuentran entre sus compañeros de orquesta, seleccionados de otros conservatorio gallegos, les obliga a mostrarse cautos. 'Es genial ver que vas avanzando con el tiempo, pero hay mucho nivel y soy consciente de que para dedicarme a este mundo de forma profesional tengo que trabajar duro', indica la violonchelista Carmen Sotelo.

La premisa con la que todos estos virtuosos de los intrumentos de cuerda coinciden es que 'nosotros disfutramos tocando', por lo que 'nunca nos tomamos la formación musical como una obligación, si no, nunca llegaremos a nada'. Sin embargo, lo que ya han conseguido es interpretar complejas composiciones de Purcell, Rameau o Cibelius con un nivel envidiable hasta para sus profesores. Un verdadero discípulo, dicen, supera al maestro.

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