EN CLAVE

Sobrevuelan los estorninos

Planean por el horizonte dando el pistoletazo de salida al mes de septiembre. Los estorninos dibujan bellas estampas al atardecer, pero dejan todo lleno de porquería. Como la mayoría de las noticias.

Lunes, 4 - De cabeza al invierno, casi al infierno 

Septiembre es como un tropiezo, un traspiés de realidad después de la falsa euforia de un agosto bajo un cocotero, siquiera a la sombra de un carballo, pensando que la vida es la holganza de la cigarra y no la perseverancia de la hormiga. Un agosto caduco, inusualmente intenso, un periodo en el que a la fuerza nos han obligado a hablar catalán, ya no en la intimidad, como hacía aquel político de bigote que cortejaba a un tal Pujol, ya de aquellas un pájaro de mucho cuidado. Aquí nuestro agosto se sustanció con la visita de los Vázquez Raña y Carlos Slim que no reventaron la banca en la mesa del dominó, pero que podrían paparse el PIB gallego como quien se baja una ración de empanada a pelo, sin ribeiro ni tequila. Luego, ya sabéis, las cosas estas de los incendios, que ya acaparan menos páginas que los churrascos y la Festa do Pulpo. Y es que estamos ya cansados de quemar. De tan quemados que quedamos ni siquiera nos calienta una carballeira ardiendo. El agosto marchó por donde vino, con los tópicos de siempre, que tampoco está mal de vez en cuando sucumbir a la obviedad. Y al darle la vuelta al calendario reparamos que septiembre es para estudiar inglés, matricularse en el gimnasio y comprar algún fascículo. Está bien porque esos propósitos saltan pronto por irreales, nos negamos a cumplir nuestra propia palabra, quizá la única rebelión que se nos permite a los que no somos súbditos de Puigdemont. Rebelión o chulería, vaya usted a saber. Aquí La Región nos esperaba un lunes día 4 para recordarnos que el comercio de la provincia perdió mil empleos de autónomos en una década. Nos hubiese entristecido lo mismo si fuesen 900 o 1.100. La tristeza no está en el titular, ni siquiera en el comercio, tampoco en el empleo. La pesadumbre es que sin que llegue siquiera el otoño la mayoría de las noticias de agosto fueron invierno puro. Aixo mateix. 

Martes, 5 - La inseguridad viaja en el autobús 

El martes teníamos a la Guardia Civil dispuesta a vigilar los autobuses escolares que lleven adultos, el modelo de transporte público que mañana arranca. Lo hace para garantizar la seguridad de los pequeños, dice la información del periódico. No se han descrito abueletes nietófagos,pero parece que compartir transporte puede ser motivo de conflicto, de ahí que la benemérita intermedie. En los aeropuertos ya te ponen en pelotas en la cola del Ryanair, en las ciudades se prevén bolardos en las calles peatonales para evitar males mayores ocasionados por un zumbado que crea ordenar el mundo y los pensamientos universales con arreglo a lo que él cree que manda Alá. La seguridad es ya una obsesión, casi una patología social. Un anuncio de la radio nos persigue todo septiembre para que pongamos una alarma en la casa que dejamos en las vacaciones. Cuanto más inseguridad creemos detectar y atajar, más inseguros vivimos.

Miércoles, 6 - Como las bandas de los estorninos

Y es que la actualidad nos aconseja que no bajemos la guardia, que vamos hacia una radicalización, encaminamos los pasos hacia una deriva que agiganta la intolerancia y maldice la convivencia. El periódico advertía en primera página que la fiscalía considera posible el regreso del Grapo y más acciones de Resistencia Galega. Este tipo de cosas nunca pasan porque sí, siempre germinan en medio del desierto de la desconfianza social y el hastío por la frustración. Esas eventuales acciones son episódicas y aparecen con regularidad, como los estorninos que cada verano regresan a ciscarse en todo lo nuestro. Incluso en nosotros mismos, como también contaba La Región.

Jueves, 7 - La idea de un curso de lectura rápida 

Algún día este texto será dictado al ordenador, pero hoy toca aporrear sus teclas. Son muchos los que se forman para conseguirlo, que innovan en las empresas. Pero, sobre todo, lo que tenemos en Ourense son lugares de trabajo donde prima la formación media o baja. El 46% de los contratados el año pasado tenían la ESO, solo el 12% tenía título universitario. Obviamente, una obra no se hace solo con arquitectos y aparejadores, pero al paso que vamos Ourense será territorio de perfiles formativos un tanto superficiales y eso no se arregla con un cursillo rápido. Como dijo Woody Allen: "Hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme Guerra y Paz en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia".

Viernes, 8 - Añoranza de las grúas que tapan el sol

Preferimos, claro, que las grúas vuelvan a nublar el horizonte, como los estorninos de antes, volando en bandadas. Los ladrillos y las grúas han sido nuestros astilleros, nuestras reservas ganaderas, nuestros inmensos cultivos. Aún hay muchos que esperan un rebrote de la construcción, un aumento de las ventas de pisos para llevarle la contraria al destino. Construir más para una población que mengua, que cobra menos y cuestiona la necesidad de una propiedad inmobiliaria. El año pasado el patinazo de la venta de vivienda fue de aúpa: un 62% menos que en la borrachera del 2007. Pero aún imploramos que las grúas tapen de nuevo el sol. Claro, como los estorninos. Sí, los mismos que nos ponen todo perdido.

Sábado, 9 - Entre los lugares ignotos para viajar

Hay una publicación especializada en turismo que se sorprende de que Ourense y otras ciudades del mismo perfil sean ignotos lugares para los viajeros. Salen mal paradas en las estadísticas, se esconden entre los lugares que, en apariencia, no merecen la pena visitar. Pero la tendencia puede cambiar, pero depende de nosotros. En muchas ciudades los negocios esperaron agosto como agua bendita para levantar la paletilla. Muchos en Ourense cerraron las puertas, sería porque el resto del año han hecho caja suficiente. Si es así, enhorabuena. Si no lo es, los lamentos para otra ocasión. 

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