Historias de un sentimental

Aquellas solemnes procesiones del Corpus en un lejano Ourense

No muchos sabrán que en tiempos lejanos las procesiones del Corpus en nuestra ciudad no tenían nada que envidiar a las de Toledo en brillantez y participación de la población.

No muchos ourensanos sabrán que en tiempos lejanos las procesiones del Corpus en nuestra ciudad no tenían nada que envidiar a las de Toledo en brillantez y participación de la población. Nada que ver con la forma en que ha venido a menos en presentación y fondo una de las más queridas tradiciones históricas ourensanas.

Un elemento esencial de aquellas celebraciones era la solemnidad con que la corporación municipal asistía al evento. Hasta tiempos recientes, alcalde y concejales vestían de chaqué. La comitiva estaba formada por una serie de elementos muy característicos alrededor del pendón de la ciudad, que era portado sobre el hombro, no como ahora que lo agarran como un paraguas, escoltado por los maceros cubiertos, con las mazas sobre el hombro y un piquete de la policía municipal en uniforme de gala. Pero lo más interesante y peculiar es que formaba parte de la comitiva el pregonero municipal y un alguacil vestido a la época del siglo XVI (como se ven todavía abriendo en las plazas de toros más antiguas). Iba además en el cortejo la banda municipal. Formaban parte del mismo las primeras autoridades civiles y militares de la provincia, funcionarios de carrera de informe y representaciones sociales.

En aquel tiempo, cubría la carrera todo el trayecto la tropa del Regimiento de Infantería Zamora 8 “El Fiel” desde la catedral y retorno durante todo el recorrido, y cerraba el cortejo la banda de guerra y una compañía de honor con el casco colgado, ya que se iba descubierto. Como solía ser día caluroso, los soldados que estaban apostados en las calles se iban alternando entre el sol y la sombra.

Ayer y hoy del Corpus de Ourense.jpg_web

A mí, en 1968 me tocó en el cruce del paseo con entonces Capitán Eloy, de suerte que con mi compañero aguantamos el calor con el uniforme cerrado y el casco de acero. Menos mal que una paisana que pasó por allí, al ver mis sudores, me dio una berza que metí en el casco y que me hizo de cámara refrigeradora. Cuando pasaba el santísimo, la tropa rendía armas de rodillas, movimiento que ya no existe en el actual reglamento de honores del Ejército español. Aparte de las autoridades civiles, formaban en la representación, en dos hileras, los jefes y oficiales del Ejército y la Guardia Civil, como comisiones militares.

Lo más interesante de estos actos a los que asistía la corporación municipal al completo es su origen. Los antiguos ediles municipales de Roma vestían en días memorables la llamada toga pretexta (blanca con un ribete rojo) y salían del municipio en procesión detrás de los símbolos de la ciudad, que se consideraba constituida allí donde se concentraran. Y lo mismo pasaba en el tiempo que evoco con respecto a la salida de las comitivas municipales de las Casas Consistoriales.

Visto en que ha parado esta tradición, yo francamente suprimiría la presencia de la menguada corporación municipal en estos actos porque resulta patético ver lo desangelada que es la representación de la ciudad y el modo en que se lleva el guion que es el más sagrado de sus símbolos y los atuendos de los corporativos, más adecuados para ir a la boda de una sobrina que a un acto de enorme simbolismo. Aparte, en una ciudad que cuidaba sus tradiciones como Ourense se han borrado otros elementos de aquella comitiva que algunos recordarán.

Curiosamente, esta pérdida de tradición y solemnidad que padece Ourense es un caso que no se da en otros lugares, donde se cuida, y a las gentes les agrada, esa y otras tradiciones que la ciudad conservó desde el fondo de los tiempos. Pero aquí se cree que lo moderno es suprimir lo antiguo.

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