SAMAÍN EN LA PROVINCIA

Terrorífico desfile de disfraces y calabazas

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photo_camera Imagen de la fiesta en la Praza Maior de la ciudad. En primer plano, el "demonio". Al fondo, público en una plaza abarrotada.

Cientos de niños participaron en talleres de maquillaje, teatro, cuentacuentos o baile

La llegada del mes de noviembre marcó el comienzo de una festividad muy especial, Fieles Difuntos, que en Ourense se celebra con el Samaín, que, en su origen, se asocia a la conclusión de la temporada de cosechas y la llegada del invierno. En aquel entonces, los niños y niñas elaboraban sus propias calaveras con melones o calabazas con aspecto terrorífico para colocarlas en sus ventanas y asustar a los vecinos. Y la tradición perdura hasta la actualidad.

Cientos de jóvenes ourensanos se dieron cita ayer en el Casco Vello de la ciudad, donde pudieron disfrutar de un amplio programa que el Concello puso en marcha para la celebración de la festividad. Desde por la mañana, el cuentacuentos Servando Barreiros animó las calles con sus particulares historias.

Por la tarde, los más pequeños conocieron los orígenes del Samaín, de la mano de una representación teatral interactiva en la Praza da Imprenta. En dos talleres, los asistentes prepararon sacos con hierbas, que simbolizan las pócimas de purificación y rituales para proteger a la aldea. También pusieron a punto los tradicionales "fachóns", con los que desfilaron hasta la Praza Maior.

También hubo tiempo para los más involucrados, quienes se atrevieron con los maquillajes más terroríficos, a la vez que divertidos. La Praza de Manuel Sueiro se convirtió en un taller donde los chavales dejaron volar su imaginación para crear con fieltros las figuras típicas del Samaín, como brujas, fantasmas, murciélagos, arañas o calabazas.

Tras una jornada cargada de actividades y con todos los atuendos preparados, los niños realizaron un pequeño desfile en el que, con el alumbrado público apagado, proyectaron las sombras de sus calabazas en las paredes de los edificios. Como colofón a la jornada festiva, la Praza Maior se convirtió en el punto de encuentro para todos los participantes, que protagonizaron una animada sesión de baile.

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