El interior de la Península pierde frente a la costa o las grandes ciudades, con honrosas excepciones
En realidad, el interior de la Península pierde frente a la costa o las grandes ciudades, con honrosas excepciones. Pero hay puntos donde los ciudadanos se han rebelado y, a duras penas, han podido mejorar sus infraestructuras y servicios, básicos para iniciar la remontada de la población. Ourense contaba en 1999 con 250 kilómetros de autovía tras la finalización de la A-52. Ese mismo año, Teruel no tenía ni un kilómetro de vía rápida y los ciudadanos, hartos, crearon la plataforma "Teruel existe". Han pasado 15 años y la lucha, dicen en la organización, ha merecido la pena. Lucía Pérez, miembro de esa plataforma, que ya se ha asociado con "Soria ya" y ha buscado puntos comunes de lucha con Cuenca, Guadalajara y hasta la comarca de Tomelloso, en Albacete, precisa que los malos tiempos económicos han frenado muchas iniciativas, pero "la presión que hicimos" ha permitido tener una autovía, se ha doblado el número de psiquiatras -"en 1999 teníamos sólo dos para toda la provincia, que está muy envejecida"- y se han alcanzado compromisos, aún no ejecutados, para ampliar los hospitales de la capital y de Alcañiz. Y así un largo listado de objetivos más o menos cumplidos, que dejan un sabor "agridulce" pero que no han desanimado a los reivindicadores. "Fuimos tres veces a Bruselas a exigir infraestructuras y servicios, y otras tantas a la Moncloa" pero reconoce que la lucha es larga y el entusiasmo se desinfla. Por eso han ideado otra iniciativa, la eurorregión de la Celtiberia, la lucha de una gran área interior despoblada que quieren revitalizar. "Merece la pena, al menos tenemos conciencia de territorio y de pueblo", dice.
