Reportaje

Todas a una en Os Milagros

Xende Fernández y Ana Belén Cid, gerocultores de Oímbra en Os Milagros.
photo_camera Xende Fernández y Ana Belén Cid, gerocultores de Oímbra en Os Milagros.

Ocho profesionales del centro de día de Oímbra descansan después de arrimar el hombro en la residencia de Baños de Molgas para cuidar a los mayores afectados por el COVID-19. Sienten orgullo y ya piensan en volver pronto.

Fueron las primeras valientes en dar un paso al frente para acudir como voluntarias a la residencia de afectados por el COVID-19 en Os Milagros. Cinco auxiliares de Geriatría, dos PSX (personal de Servizos Xerais) y la directora del Centro de Día de Oímbra acaban de volver a sus casas después de una semana de trabajo con turnos de 12 horas diarias.

No ocultan que, en un principio, temían lo desconocido: una residencia que se ponía a funcionar por primera vez y de manera excepcional ante un caso de emergencia sanitaria. Ellas mismas lo dicen: "La pusimos en marcha". Sin embargo, tampoco niegan sus "ganas de volver", pues sienten la necesidad de seguir echando una mano a todos esos mayores que las necesitan. Ahora dan la cara, no para colgarse una medalla, sino para desmentir los bulos que circulan por la red: "En todo momento tuvimos equipos de protección individual y, desde un principio, las enfermeras nos vigilaron para que nos lo pusiéramos correctamente", recuerda Ana Belén Cid, Ani para sus compañeras. 

Ella fue, junto con Xende Fernández -ambos gerocultores-, la primera en entrar a trabajar y pasar la primera noche. "Ya éramos un equipo en Oímbra, pero esto nos ha unido todavía más. Al principio íbamos con algo de miedo pero, una vez allí, Miguel, el director; Raquel, nuestra directora del centro de día; Ana, que coordinó el equipo... todos esos profesionales como la copa de un pino, nos lo quitaron", asegura. La profesional sanitaria desmiente los bulos surgidos sobre la falta de material en este centro: "Ya quisieran muchas residencias. Es un orgullo trabajar allí". 

Todas las profesionales han sido enviadas de vuelta a sus casas durante 15 días -tiempo suficiente para pasar una cuarentena que certifique que no han contraído el virus- después, si todo va bien, regresarán otra semana más.

Xende Fernández, gerocultor, no ha regresado a su casa de Monforte para no poner en riesgo a sus padres, y descansa ahora aislado en Verín. "Tengo ganas de volver a la residencia a aportar mi granito de arena. Me gusta mi profesión", explica. "Tratamos de pasar tiempo con los residentes, hablar con ellos para que se sientan bien", añade. Al igual que su compañera Ani, Xende destaca el buen ambiente creado con sus compañeras, las de Oímbra, y también otras llegadas de Monforte, Chantada o Coles. "Hubo muchísimo compañerismo. Fue excepcional", asevera. 

Antonia Barreira es una de las PSX que se desplazó a Os Milagros. Allí ayudó en labores de limpieza, desinfección y soporte en la cocina del centro."Marchamos un pouco preocupadas, pero como fixeron ese chamamento a voluntarios e o centro de día de Oímbra estaba pechado pensamos que canto antes e todas xuntas, mellor", explica la trabajadora. "Somos todas tan unidas que nos demos forzas unhas ás outras. É unha experiencia que nos vai quedar marcada", añade. 

Coincide con ella Pilar García, otra de las gerocultoras. "Ao comezo estaba todo sen montar. Fomos as primeiras. O segundo turno terá as cousas un pouquiño máis fáciles porque deixamos varios papeles con indicacións sobre os pacientes", cuenta la profesional sanitaria. "Trataronnos moi ben, non nos faltaron medios de protección. Tiñamos un traxe para cada día e había sempre dúas persoas limpando. Ao principio mirábamos todo moi negro, pero agora incluso houbéramos quedado unha semana máis", añade.

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