Isabel, paciente con trasplante: "Todos los días se lo agradezco"

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Isabel María Soler, vecina de O Barco, llevaba casi dos años a la espera de un donante. En mayo de 2020 recibió una llamada: había un riñón para ella, por fin.

Un año después de recibir el riñón que esperaba, Isabel María Soler, vecina de O Barco, recupera, poco a poco, la normalidad. “El resumen es que todo ha ido muy bien, aunque ha habido momentos de todo tipo”, reconoce. 

En mayo de 2020, en pleno confinamiento, recibió la llamada que le cambiaría la vida, tras casi dos años bajo tratamiento de diálisis en casa. “Me acuerdo que estaba en casa y mi marido fuera, en el jardín. No quise gritar para no asustarlo, así que bajé las escaleras llorando y nos abrazamos. Fue uno de los momentos más emotivos que he vivido”, asegura. Poco después, viajó a A Coruña, donde se le realizaría la intervención quirúrgica. “Al llegar nos hicieron la PCR, a mí y a mi marido, que me acompañaba. Después pasé varias pruebas y a última hora de la tarde, entré en quirófano”, recuerda. Además de ella, también había otra paciente, que también recibiría el otro riñón de la persona donante. “El equipo sanitaria ya nos dijo: sois hermanas de órgano. De hecho, casi entramos simultáneamente”, apunta.

Tras la intervención, estuvo hospitalizada dos semanas. De esos días también guarda recuerdos especiales. “Me acuerdo de que me enviaron al móvil la canción de Pau Donés, que ya le quedaba poco, la de ‘Eso que tú me das’. Yo la escuchaba y pensaba que era como si se la escribiese yo a la persona donante. Sentía lo mismo: gracias por todo, porque era lo que necesitaba”, cuenta. De hecho, Soler asegura que “habla” con su donante a menudo: “Le agradezco todos los días lo que ha hecho, su vida continuó de alguna forma en mí. Este año ya celebré la fecha de la operación como otro nacimiento, para mí lo fue”.

En los primeros seis meses, sufrió varias infecciones, además de otra intervención. “Como yo hacía diálisis en casa, tenía un catéter, que te quitan un tiempo después del trasplante, cuando ya todo está bien. Me operaron para quitármelo y para quitarme una hernia umbilical, consecuencia de ese tipo de diálisis”, recuerda. Desde enero, asegura que mejoró notablemente: “Di un cambio importante. El proceso de antes ya sabía que iba a ser así, los compañeros que lo han pasado ya te lo explican”.

Soler, médica jubilada, reconoce que sus conocimientos le permitieron llevar mejor la diálisis en casa, pero aún así, no fue fácil. “La máquina se pone por la noche y no te deja descansar bien, al menos a mí. Cada hora y media hace ruidos y me despertaba”, comenta.

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