En una época en la que encontrar un empleo es más que complicado, la asociación ADO trabaja para lograr la inserción laboral de personas con discapacidad. En lo que va de año, contabiliza ya ocho inserciones.

Por el trabajo hacia la igualdad

Javier Aguado pone el precio en un libro (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Alba Álvarez, Cristina Manso, César Gardón, Luis Garrido, Cristina Fernández y Milagros Maceiras tienen varias cosas en común. Son jóvenes que, en plena crisis económica y el paro en ebullición, están luchando por incorporarse al mercado laboral. Son, además, personas con discapacidad. Forman parte del programa de formación y empleo de ADO (Asociación de personas con discapacidad de Ourense), que a lo largo de 2013 ha introducido ya a ocho personas en otras tantas aventuras laborales (algunas comenzaron en 2012 y se prolongaron hasta el primer trimestre de este año).
'Generalmente, nos encontramos con disponibilidad pero con muchos miedos por parte de la empresa. Los compañeros a veces temen que sean una carga adicional a su trabajo', cuenta Vanessa Estévez, preparadora laboral de ADO, cuando se refiere a la primera toma de contacto con una empresa para negociar la colaboración entre ambas. Sin embargo, la cosa cambia una vez que se da la oportunidad. 'Nunca nos hemos encontrado con una empresa que no lo valore positivamente. También los compañeros nos comentan que aprenden un montón con ellos y se sorprenden, que los chicos son capaces de hacer más cosas de las que pensaban, pierden muchos prejuicios', dice Estévez. Sus palabras son ratificadas después por una compañera de Javier Agudo, otro de los participantes en el programa. 'Es muy trabajador -dice de Agudo-, pero es que además es muy positivo y alegre', explica.

Antes de comenzar una inserción laboral, la asociación ofrece formación previa a los trabajadores, en función del puesto, procurando siempre que el perfil de cada persona se ajuste más a la labor que va a desempeñar. Desde que comenzó su andadura, hace tres años, ADO viene desarrollando este programa, por lo que, 'de los 30 chicos que tenemos (en la asociación), de una forma u otra, es decir tanto con cursos con pequeñas prácticas o prácticas en empresas, todos los adultos pasaron por empleo', dice Estévez. En su trabajo, el papel de las familias es fundamental, puesto que también tienen que 'hacer frente a sus propios miedos' ante una mayor autonomía de sus hijos.

Aunque lograr una mayor estabilidad laboral es el objetivo del programa, la implicación de las empresas e instituciones, así como de la propia asociación, permite que los chicos vayan sumando experiencia laboral. Lo hacen, además, en distintos campos, como operarios de limpieza, auxiliar de biblioteca o de servicios generales (ambos en la Universidad de Vigo), auxiliar de peluquería, de hostelería, librería o ayudante de encuadernación. Un ejemplo diario de la máxima de que el que quiere, puede.

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