Los últimos atropellos registrados en la ciudad de Ourense ponen sobre la mesa de nuevo el retraso en la ejecución del Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), un documento que se aprobó en junta de gobierno a finales de 2019, con Miguel Caride al frente del área de Infraestructuras, pero cuyo cronograma ha saltado por los aires, especialmente desde que el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, se quedó al frente de este proyecto.
Ese plan tiene como principal objetivo pacificar el tráfico y poner al peatón en el centro de la movilidad, algo que ahora en las principales arterias no sucede, como demuestra el estado de muchos pasos de cebra, que pese a las promesas del actual alcalde como del anterior, Jesús Vázquez, siguen escondiendo demasiadas "trampas" para las que se ha encontrado remedio.
Paso que prometió elevar Jácome, sin cambios.
Víctimas
En la rúa Pena Trevinca hay claros ejemplos de los peligros que sufren los peatones. En esta vía, en el cruce con Serra de Queixa, se registró la última víctima mortal por un atropello, una mujer de 37 años por la que todavía permanece allí colgado un ramo de flores. Pese a que en esa zona hay un límite de 30 kilómetros por hora, la ausencia de radares y reductores de velocidad, sumado a la falta de regulación semafórica, deja sin barreras a los conductores.
Este paso podría convertirse en uno de los 100 que Jácome prometió elevar en septiembre de 2019, afirmando con rotundidad en aquel momento que este tipo de acciones "son una medida fundamental que provocarían una reducción forzada de la velocidad, por lo que no implantarlo sería garantizar casi un percance grave al año". Lo mismo sucede a pocos metros, frente a la parte superior del colegio Carmelitas, donde hay un paso de peatones sin semáforo en la que la visibilidad reina por su ausencia y tampoco se ha elevado para obligar a los conductores a extremar la precaución. Allí se anotó en 2019 una víctima mortal, una monja que cruzaba por allí de noche un día lluvioso, otro hándicap para los viandantes.
Un contenedor impide la visión en Buenos Aires.
Más ejemplos
Otras de las "trampas" que esconden los pasos de peatones en algunas de las arterias de la ciudad son los obstáculos visuales. Un ejemplo se puede encontrar en la avenida de Buenos Aires, a la altura de la confluencia con la rúa Melón, donde un contenedor de basura deja fuera del ángulo de visión de los conductores a los peatones que allí se disponen a cruzar.
Si en ese punto es un contenedor el que complica la convivencia entre vehículos y viandantes, en otros muchos de la ciudad son las plazas de aparcamientos pegadas a los pasos de cebra las que se convierten en otro condicionante, obligando a extremar la precaución para cruzar la calle.
Mientras, también es un hándicap la distancia que en muchas vías hay entre los pasos de peatones. Sucede, por ejemplo, en Celso Emilio Ferreiro –donde el sábado hubo un atropello a la altura del número 43–, ya que los peatones que lleguen a esa calle por Ramón Cabanillas se encuentran con que tienen que recorrer más de 100 metros para cruzar a la acera de enfrente. En Buenos Aires, por su parte, tampoco hay un cruce habilitado entre Celso Emilio Ferreiro y la rúa Nova, algo similar a lo que sucede en Eulogio Gómez Franqueira. Demasiados obstáculos para garantizar una movilidad sin riesgos.
Gran distancia en Celso Emilio Ferreiro entre los pasos.
