La variante exterior, en vía muerta

En Fomento todavía no manejan una fecha concreta, ni siquiera un año concreto para la finalización del AVE gallego en la totalidad de sus tramos y variantes.

Algunos técnicos sostienen que sería posible lograr que la demora se quedase en tan solo unos meses y meter el primer tren AVE en Ourense, a cambio de aplazar la variante exterior y utilizar el trazado convencional desde Taboadela, instalando en dicha localización un nuevo cambiador de ancho que hasta la fecha no está previsto. Juegan en su favor tres factores: el primero de ellos, que no significaría un incremento del tiempo de viaje. Aunque la línea es convencional y las velocidades máximas notablemente inferiores a las que permitiría un trazado con radios de curva más generosos, la distancia es más corta que circunvalando por el Norte la ciudad.

La segunda, que al igual que el resto de la antigua línea de Zamora, inaugurada hace seis décadas, está planificada para doble vía, incluídos túneles y el viaducto sobre el Miño, por lo que no requeriría una modificación notable de la infraestructura: únicamente asentar la segunda vía sobre nuevo balasto y tender la catenaria para electrificar este tramo, aunque no sería estrictamente necesario, dado que buena parte del trazado del AVE gallego se va a inaugurar utilizando una única vía. La tercera, que el candidato ganador en el macroconcurso de Renfe, Talgo, dispone de un tren de alta velocidad de rodadura desplazable, por lo que podría circular sin problema por ese tramo modificado.

Pero esa solución "provisional", podría aplazar durante un tiempo indefinido la variante exterior. Se necesitarían entre veinte y treinta millones de euros para realizar la adaptación del trazado antiguo y ese importe no iría destinado a una inversión, sino a un gasto que se consumiría en muy corto plazo, uno o dos años, si para 2020 ó 2021 estuviese en servicio la variante. Con unas finanzas tan ajustadas y vigiladas, Adif tiene en la actualidad una deuda de más de 15.000 millones de euros y obras en marcha por importe de más de 12.000 millones, un parche de esa magnitud para 12 o 24 meses y en consecuencia inamortizable, parece una opción inviable, salvo que la variante, cuyo coste es veinte veces mayor, quedase aplazada durante años. Un aplazamiento que como sucedió con la línea ferroviaria que va a sustituir, que nació provisionalmente con vía única, se convierta en crónico.

El caramelo con el que endulzar esa amarga frustración podría ser destinar el ahorro de la variante norte a la ejecución de la variante de Cerdedo entre Vigo y Ourense, comprometida por la anterior ministra de Fomento para ser licitada en 2016 y adjudicadas las obras en 2017. Una variante muy discutida por su alto coste, pero que podría ser sustituida por la ejecución de la salida sur desde la estación de Vigo y el enlace con la actual línea del Miño, aunque mejorada en algunos tramos, hasta acercar a 50 minutos el viaje entre Vigo y Ourense que ahora está en 90.

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