La actividad regresó ayer, durante unos minutos, al edificio desalojado tras la caída del muro del colegio Cardenal Cisneros el pasado 1 de marzo. Un camión de bomberos se paraba frente a la puerta sobre las cinco de la tarde para lo que se trataría de una visita rutinaria. Los vecinos, que continúan fuera de sus casas por la debilidad estructural del edificio, hacen viajes esporádicos a su vivienda para coger ropa o algún otro utensilio que se les quedó dentro cuando tuvieron que salir a toda prisa sin saber cuando iban a regresar. La presencia de los bomberos es necesaria “por protocolo”, según indican desde el parque, garantizando así la seguridad de los todavía desalojados. En diez días se cumplirán tres meses desde que uno de los muros que rodean el colegio concertado Cardenal Cisneros de la ciudad -el que separaba un bloque de edificios del patio- se derrumbase casi por completo, dejando el centro educativo totalmente anegado.
Los hechos ocurrían poco antes de las cuatro de la tarde. Hasta 80 niños -de las etapas Infantil, Primaria y algunos alumnos de refuerzo de la ESO que van por las tardes- jugaban en las canchas cuando el profesorado se percató de que salía agua del muro de diez metros que rodeaba el patio. Minutos después, la estructura de cemento y perpiaño (la pared más alta) cedió, dejando a los escolares sin clase y a los vecinos sin casa.
