REPORTAJE

Veinte años mirando para el cine

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photo_camera Luis García Berlanga, homenajeado, con Concha Velasco y Alex de la Iglesia, tres históricos en el certamen de 2005.

El Festival de Cine Internacional de Ourense ya puede hablar de su historia. Veinte años de existencia, con turbulencias, aciertos y errores, le legitiman para ser una cita de referencia en el panorama cinematográfico.

Veinte años son toda una vida. 240 meses, cuando se habla de un evento cultural, dan para mucho: para nacer, crecer, retroceder, cambiar de nombre e incluso de rumbo. Pero también para ganar y para perder cosas en el camino, y en eso el Festival de Cine Independiente de Ourense ha sido, y es, todo un experto. Comenzando por su nombre: nació como el Ourense Film Festival (primera edición de 1996); siguió renombrado como Festival Internacional de Cine Independiente; perdió en 2007 su etiqueta de independiente y a punto estuvo de pasar a nominarse Festival Galego Independiente; quedando, finalmente, como Festival de Cine Internacional de Ourense, OUFF.

Estos cambios de nominación no han sido del todo casuales. Son, en parte, el reflejo del conflicto y el desencuentro que, desde el principio, surgió entre los distintos grupos políticos de la corporación municipal. La oposición, entonces PSOE y BNG, aseguraba que Ourense no necesitaba un festival de esas características, porque suponía un gasto "excesivo para el retorno que producía en la ciudad". Aunque mantenían que podía ser un evento "interesante", no coincidían en cómo debía llevarse a cabo y cuál debía ser su contenido. La alfombra roja desplegada en los primeros años (después pasó al color azul, y, finalmente fue eliminada) fue el símbolo de estos desencuentros y cruces de acusaciones. Para unos, el PP, era un elemento que contribuía a ensalzar el evento cinematográfico; y para los otros, PSOE y BNG, no era más que un signo del "despilfarro" que suponía el Festival.

Pero la llegada del BNG a la concejalía de Cultura, con gobierno bipartito, no supuso, ni mucho menos, la desaparición del evento, aunque sí la introducción de algunos cambios.

En un primer momento, la coalición mostró su apuesta por un festival "gallego" y del norte de Portugal, aunque la realidad del mercado cinematográfico dejó la idea aparcada. Eso sí, se eliminó la etiqueta de independiente, por considerarla "innecesaria" y se apostó por la presencia de personas reconocidas en el mundo audiovisual, pero muy poco conocidas por el público en general. Y en eso llegó la crisis económica, que llamó a las puertas del Festival, y el presupuesto fue disminuyendo. Pero, además, los distintos colores en los gobiernos municipal, autonómico, central y provincial, tuvieron su influencia en la concesión o no de subvenciones y ayudas al que es el único Festival de Galicia de estas características. Logró obtener la máxima calificación en el baremo del Ministerio, pero entre los vaivenes y cambios que fue sufriendo, acabó por perderla y con ella una valiosa ayuda económica.

A pesar de encuentros y desencuentros, errores y aciertos, los ourensanos sí han apoyado el Festivla, llenando las salas de proyección durante muchos años.

Ahora enfrenta el reto del futuro, con lo que parece un viento más favorable y con ganas de seguir siendo todo un referente.

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