A don Vicente sus compañeros de periódico lo querían de verdad, pero sobre todo 'lo querían tener siempre a mano porque era como una enciclopedia viviente'. En el acto 'Lembranza a Vicente Risco', desarrollado ayer en el Centro Cultural da Deputación con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento, lo apuntó Arturo Lezcano, él que compartió vivencias profesionales con el insigne escritor ourensano, pero lo corroboraban con la mirada todos los presentes en una concurrida sala llena de admiradores.
La concejal Ana Garrido se centró en el Risco ciudadano de un Ourense de 'tertulias, cronista de su tiempo y artífice de innumerables faladoiros'; su hija María Jesús Martínez Risco trenzó un perfil -como es obvio- más personal, aún lo recordó armándose de bufanda, abrigo, sombrero 'y sus guantes y se iba a La Región a llevar su artículo', y cómo fueron precisamente sus admirados compañeros quienes en 1961 decidieron reunir aquellos artículos de prosa limpia y cristalina con la que cada día agasajaba Risco a los lectores, en un libro de homenaje, 'El libro de las Horas', elogiado en múltiples latitudes por su gran valía. Serafín Alonso Pintos, en su turno de intervención, glosó la calidad literaria de un estilo 'claro y seguido' a imitación de su admirado Cunqueiro. Maribel Outeiriño no se quedó atrás, como gran entusiasta de Don Vicente, persona y obra, y sorprendió a los presentes con una autobiografía que destacaba lindezas como ésta: 'Historia de mi vida: me parece inadecuado contar las vidas que carecen de interés, hay que tener el pudor de la vida privada, último privilegio que nos queda mientras nos quede'. Así era Risco, breve y preciso, como sus crónicas llenas de luz y vida.
