Vino, empanada, lacón y caldo volvieron a ser protagonistas en Verín dentro de una nueva edición de la 'Carrada do Viño'. A la misma hora, Ribadavia se llenaba de magia y brujería en su escalofriante 'noite meiga'.

Vino en Verín, meigas en Ribadavia

Los carros de vino recorrieron las calles de Verín. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Cientos de verinenses y visitantes se dieron cita ayer en Verín para participar en una nueva edición, la sexta, de la 'Carrada do Viño', con la que se dan a probar los caldos de la cosecha de este año y se rinde culto a San Trifón, patrón de los viticultores.
La fiesta la promueve el hostelero Edelmiro Mateo, que para esta ocasión sacó de su bodega 350 litros de vino blanco y tinto, mosto y agua, así como varias empanadas, raciones de lacón, jamón y cachucha. Al ritmo de la banda municipal de gaitas, los asistentes recorrieron como manda la tradición, pese a las sucesivas amenazas de lluvia, las seis estaciones estipuladas a lo largo del casco urbano.

La 'Carrada do Viño' arrancó pasadas las siete y media de la tarde desde el Mesón do Castro, donde, tras la bendición de los cinco carros en que se transportó el vino y resto de viandas, se sirvió un caldo limpio para abrir el apetito y preparar el estómago. 'Hai más xente que nas festas anteriores', apuntó Edelmiro Mateo, mirándo al cielo para que se abrieran claros y aguantara la lluvia.

Acto seguido, la comitiva que acompañaba a los carros emprendieron camino hasta la Praza do Carboerio, donde se degustó empanada y el primer vino de la noche. La siguiente parada fue el cruceiro de San Lázaro fue el turno del lacón y más vino. En esta zona, dada la afluencia de visitantes y vecinos, la comitiva se alargó en una inmensa caravana, que dificultaba avistar la presencia de los carros con el vino, provocando paradas que no estaban previstas.

La fiesta continúo en la Praza Maior, donde se sirvió vino y jamón asado, además de aprovechar para leer el pregón, de los que se encargó el bodeguero Ricardo Palacios.

Había que volver al Mesón do Castro, pero antes aún estaba la parada de la Praza da Merced, donde se degusto cachucha, bica y, además del vino y el mosto, se sirvió licor café.

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