La visión de futuro de Ilundain

Tal como reza en la lápida de mármol que aparece en el presbiterio de la iglesia de A Ponte, el 28 de noviembre de 1920, que era Primer domingo de Adviento, se inauguraba un templo que, por diversas circunstancias, sigue sin acabarse. Fue un regalo del obispo Ilundain que llegó a Ourense en 1904 con cuarenta años de edad, que era senador del reino y que, por su destino para la archidiócesis de Sevilla el 16 de marzo de 1921, quedó sin acabarse como él ilusionadamente pretendía. Se revela en este obispo navarro una gran visión de futuro. Porque este barrio era entonces apenas un puñado de personas del ayuntamiento. En un libro que publiqué en 1990 en homenaje de despedida al párroco Jesús Pousa, recojo los avatares y el vertiginoso crecimiento de la zona, en gran parte por la ubicación aquí de empresarios castellanos a los que los impuestos eran más bajos en la margen derecha del Miño, que pertenecía al ayuntamiento de Canedo hasta 1943. Aún pervive en la memoria el célebre Fialato instalado en el final del puente al lado de Los Remedios. La idea de la fusión de los dos ayuntamientos venía del siglo XIX, con la oposición precisamente de los empresarios por razones obvias. Cuenta la Historia que tanto en Oira como en Eiroás antaño se han encontrado restos de una población prehistórica siendo un asiento de un Castro en la Edad Media y una granja monacal. Tiene por lo tanto el barrio vestigios de colonización romana. La parroquia hasta 1956 pertenecía al arciprestazgo de Amoeiro. Es muy curiosa la evolución de la zona y ya existe una tesis doctoral que algo ayuda a comprenderlo. Un ejemplo es el dato de que en 1639 A Ponte tenía 30 habitantes e incluso disminuyeron en años sucesivos hasta llegar al día de hoy siendo el más populoso de la ciudad. Téngase en cuenta que de la parroquia original hoy hemos pasado a tres: Santiago de As Caldas, Sta. Teresita del Veintiuno y Sta. Ana do Pino. Ya desde 1866 se había pensado en cambiar la iglesia que de manera casi ruinosa se encontraba al lado del cementerio. Llega Ilundain en 1904 cuando la parroquia tenía en su cuenta únicamente 52,55 pesetas y ve la imperiosa necesidad del traslado del templo. Lo tomó como cosa propia buscando y pagando él en primer lugar los terrenos y costeando las obras que seguía personalmente. En 1905 hace el Prelado la Visita Pastoral y se reafirma en el inmediato cambio de sede parroquial. Varios fueron los sacerdotes encargados siendo D. Germán Fernández Román y D. Jesús Pousa los que mas impulso dieron a la parroquia. De la antigua parroquia pocas cosas se trasladaron. Algunas imágenes y la pila románica que, a mi modo de ver, nunca debió dejar de ser el lugar del bautismo y menos utilizarla como adorno en el atrio de la Iglesia. Pues bien, la memoria de los planos del nuevo templo, hoy centenario (¡pero sin acabar!), se firmó en 31 de marzo de 1910 por el arquitecto Basterra, autor también de la Basílica de Begoña de Bilbao. El templo de Santiago de las Caldas fue concebido para ser una obra digna, elegante e incluso majestuosa, algo que pese a estar sin acabar, dentro ofrece un hermoso aspecto. Tres naves, ojival. La central con 9 metros de eje a eje. 36 metros de longitud, 16,50 de altura. Las laterales 24 de longitud y 8,50 de altura desde la pila de los haces interiores. La primera piedra fue colocada el 30 de julio de 1910. A las siete de la tarde. La obra había sido concebida en 6 etapas:1ª cimientos; 2ª hasta las cornisas; 3ª hasta el nivel superior de las cornisas de la nave alta; 4ª los tejados; 5ª obras interiores; 6ª sacristía, baptisterio y torre. El campanario actual fue una donación del feligrés Veleiro. Y que, con todos los respetos se colocó provisional mientras se haría la torre pero…ahí está. El retablo, igual que el de Sabucedo de Montes es obra de Magariños igual que la imagen de la Inmaculada y el Santiago que preside el templo como patrón. Los relieves que lo adornan son: la Ascensión, Oración en el Huerto,, la decapitación de Santiago y Santiago caballero, así como los escudos de Ilundain y del papa de entonces Benedicto XV. Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II siendo párroco D. Jesús Pousa el retablo fue dorado magistralmente por los Hermanos Núñez y se retiraron del mismo algunas peanas. Hoy es una obra esbelta y lograda. Un detalle importante era el suelo primitivo de madera. Estaba asentado sobre una base especial de cal y carbonilla y unos listones de madera que impedían el ruido al pisarlo. Se retiró y se puso el actual. Con todo este proyecto en la cabeza e ilusión del Obispo Ilundain es trasladado a Sevilla en 1921 prometiendo que seguiría donando 25.000 pesetas hasta su termino. A lo largo de estos cien años ha habido algunos intentos de rematar la obra. La última a comienzos de los años 90 del pasado siglo con una donación del feligrés Florencio Álvarez. Aquello se vino abajo por razones que es prudente omitir. El dinero fué para otras obras diocesanas y Don Jesús presentó la renuncia a la parroquia… Posiblemente seamos pocos los feligreses que mantengamos aquella ilusión. Personalmente me gustaría ver acabada la obra antes de morir. Como le hubiese gustado a aquel pontino único que fue Eladio Diz a quien es imposible que A Ponte le paguemos suficientemente su entusiasmo por todo lo relacionado con el barrio comenzando por las obras del templo. Lo que resta por hacer son una arcada que daría más dimensión a la nave central. Y en esa arcada se engarzaría otra semi arcada recogiendo la mitad de las naves laterales de las que saldrían, a los lados, una espaldera para el baptisterio y la torre gótica de 50 metros. Confiemos en alguna institución que comprenda que el arte es una contribución más para la gloria del pueblo. Se hizo una torre en Santa Eufemia del Centro y se terminó la Veracruz de O Carballiño, ¿somos menos los vecinos de A Ponte?