Los cementerios de la provincia fueron durante el día de ayer, en una jornada desapacible y lluviosa, el punto de referencia y destino para miles de ourensanos, que recuerdan a sus seres queridos en estas fechas.

Visita al cementerio pasada por agua

Vista general de una zona del cementerio de San Francisco. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)
Las escapadas por el puente festivo y la lluvia no consiguieron deslucir la jornada del Día de Todos los Santos aunque sí restaron algo de afluencia a los cementerios, tanto en los tres de la capital como en los del resto de la provincia. El de San Francisco registraba a media mañana escasa afluencia y así lo reconocía Juan González, responsable municipal de la atención al público en el recinto: 'Hay menos gente que otros años. No hace buen tiempo y sobre todo, el puente, que hace que mucha gente se desplace a los pueblos para disfrutar del fin de semana'.
El día amaneció nublado y a partir del mediodía comenzó a lloviznar, lo que hizo aparecer los paraguas en el recinto de San Francisco, al tiempo que muchas personas apuraban el paso para regresar a casa. El cementerio, declarado Bien de Interés Cultural, ofrecía un escenario multicolor mojado por la tenue lluvia, en el que la piedra y al musgo se mezclaban con el colorido de las miles de flores frescas que los visitantes fueron depositando sobre las sepulturas y los nichos, al tiempo que algunos aún atendían las últimas tareas de limpieza y acondicionamiento de las tumbas.

Juan González señala que su labor fundamental es atender a los visitantes, intentar solucionar sus dudas y a veces afrontar algún pequeño arreglo: 'Hoy la gente no pide mucho. Ayer sí fue algo más intenso, pues nos solicitaron tareas de limpieza y pequeños arreglos, sobre todo gente mayor. Además, el día está desagradable y eso hizo bajar la afluencia'.

El resto del año el cementerio recibe una media de 15 a 20 visitas diarias, personas que acuden directamente a las tumbas de sus seres queridos, gente mayor sobre todo. 'La mayoría de las peticiones que atendemos se refieren a localización de sepulturas y nichos. Gente que no recuerda la ubicación' comenta Juan González. 'De muchos sabemos de memoria dónde está el lugar que buscan, pero en la mayoría de los casos tenemos que acudir a los libros del cementerio, donde hacemos la búsqueda a partir del primer propietario de la tumba'.

Por la tarde, la visita del obispo de la diócesis, monseñor Leonardo Lemos, que a las 17,30 horas acudió al cementerio para presidir, como cada año, la Celebración de la Palabra, animó un poco el ambiente frío y con lluvia. El obispo también se había desplazado por la mañana hasta la zona de Castro Caldelas, donde presidió la misa en varias parroquias, cumpliendo con su deseo de acompañar a los fieles de la diócesis en una celebración tan señalada.

En el cementerio de Santa Mariña el ajetreo es mucho mayor al mediodía. Cientos de vehículos abarrotan el recinto, y la gente se reparte ante los pabellones de nichos, convertidos en muros multicolores, y las sepulturas adornadas con ramos y centros de flores.

Buena parte de la gente se encuentra a esa hora en la iglesia, en la que se oficia una misa. A su término, el párroco, escoltado por un vehículo con megafonía, presidió una procesión, en la que participaron varias docenas de personas, que se dirigió hasta la fosa común, ante la que se rezó por todos aquellos cuyos restos reposan en esta zona del cementerio.

A esa hora, aproximadamente la una de la tarde, comenzaron a formarse grandes colas de coches en las vías interiores del cementerio. La gente comenzaba el viaje de retorno a casa o en dirección a otros puntos de la provincia para visitar los cementerios de sus pueblos de origen.

Era una escena que se repetía por todos los rincones de Ourense. Pese al día desapacible, los cementerios fueron un desfile constante de visitantes, principalmente a lo largo de la mañana, que cumplían con la tradición de honrar a aquellos que se fueron.

Te puede interesar