De las numerosas leyes que han incidido en la enseñanza, a dos decimonónicas, el Plan Pidal y la Moyano, les debemos, más allá de la institucionalización del estudio de las ciencias, la estética en sí de muchos institutos.

Y el Instituto se llenó de pájaros

Uno de los ejemplares de la colección del Otero Pedrayo (Foto: José Paz)
Lo que ahora es silencio hueco y palabra retenida, en nada será rabioso bullicio de expresión. A golpe de timbre de recreo el deambular contenido mudará en una realidad inexistente.
El marco del Instituto Otero Pedrayo impone, no sé si tanto o más que el cuantioso listado de próceres provinciales, alumnos y profesores, que más allá de lo académico han escrito numerosos renglones en nuestra historia. En el Instituto fijaremos la mirada en la piel del escenario, esa que guarda más parecido con un museo de historia natural que con un centro educativo. Y uno lo que se plantea es el porqué.

No es necesario entrar en el paraninfo para percibir su grandiosidad, la hermosa partitura rítmica de ventanas y puertas, sus nobles simetrías, son suficientes. Dentro, al deambular entre pasillos, lo más llamativo, al margen de las clarividentes fotos de época, son las láminas en detalle de animales que envuelven las paredes; también el instrumental de laboratorio, el de cálculo matemático y las colecciones, que incluyen animales exóticos y hasta un esqueleto cosido a destiempo; todo en lustrosas vitrinas.


OTRA ÉPOCA

En breve, durante el tiempo que persista el bullicio de un recreo, la profesora Carmen Cid nos sacará de dudas, aportará luces y mostrará temores, como el porvenir de la nueva Ley de Educación y la posibilidad de pulverizar logros en la 'alfabetización científica' erigida a partir de los 90, que a ella y al centro le han sumado reconocimientos; justo en el momento en el que la tríade Ciencia-Tecnología-Sociedad simulaba solida, con notables avances alrededor de 'la experimentación y el descubrimiento autónomo'. Carmen, que lleva 37 años en el centro, donde sustituyó a quien fuera su profesora, Patrocinia Armenta, sabe de qué habla. A veces parece que la visión de la educación modula caprichosa, y es que según esta catedrática de Biología 'la supresión de asignaturas como Ciencias para el Mundo Contemporáneo será un importante retroceso'. El incremento del número de alumnos, unas instalaciones y material inadecuados harán el resto. Si sumamos 'el carácter enciclopédico de los currículos', la vuelta a las clases magistrales de otros tiempos será bien real. Con la efeméride de la muerte de Ramón y Cajal a la espalda, justo cuando algunos científicos de este país se apuntan al luto por el futuro de la ciencia, resulta inevitable no recordar unas palabras alejadas en el tiempo, curso de 1900-1901, del catedrático del Instituto, Eduardo Moreno, profesor de Otero Pedrayo, también admirado por él: 'La enseñanza para que sea eficaz debe ser práctica, intuitiva y experimental hasta donde sea posible, y para eso hace falta material abundante y renovado, y una cosa: dinero y dinero'.

Semeja lamento pero suena actual, más viniendo de un centro que desde el origen -1845, pura élite- apostó por una enseñanza experimental y práctica, incluso antes de inaugurar el palacete neoclásico en dos plantas que hoy conocemos costeado por la Diputación. Hasta su traslado, 1896, el Instituto de Segunda Enseñanza que así se denominaba, compartía espacio con el Seminario Conciliar en la rúa Nova, hoy Lamas Carvajal. Siendo director Leoncio Perejón, Higinio Aragoncillo, fundador de los gabinetes, física y química e historia natural, ideó el jardín botánico en el Posío como complemento práctico de los alumnos de ciencias. Asimismo, en lo que hoy conocemos como el Pompeo -en homenaje a Pompeyo Beltrán, catedrático de Ciencias Naturales-, figuraba la huerta de la cátedra de Agricultura. Como se ve, aplicaciones de lo más práctico.

Preguntamos por el marco y la pléyade de instrumental de los gabinetes que se vislumbra intramuros, por el animalario circundante disperso entre el laboratorio de ciencias y el museo pedagógico, 2009, que figura en los sótanos, cuyo aspecto sorprende y de qué manera. Puede que hoy las tecnologías de la información -TIC- nos acerquen la realidad a la punta de los dedos, pero hubo un tiempo en el que la docencia también implicaba otros estadios, como los de Luis Vallejo Pando, catedrático de Fisiología e Higiene en 1880, a quien se le debe algunas de las numerosas taxidermias que aún figuran sobre estanterías, quien a buen seguro también instó en su día, 1882, a la adquisición del lote de 40 aves que la Diputación adquirió para el centro procedentes de Costa Rica, así como el instrumental de taxidermia que él disfrutó.


CUESTIÓN DE LEYES

La respuesta de Carmen Cid nos retrotrae en el tiempo, con dos leyes antiguas, el Plan Pidal, 1845, y la 'Ley Moyano', 1857, que 'ordenan el uso y la adquisición de materiales didácticos y científicos para afianzar el proceso de aprendizaje', a raíz de la ley cada instituto de secundaría dispondría de: 'Biblioteca, Gabinete de Historia Natural, Jardín Botánico, Laboratorios de Física y Química, de Fisiología e Higiene y de Agricultura; y materiales prácticos en asignaturas de Geografía e Historia, Matemáticas y Dibujo Lineal y de Adorno'. A Carmen no le ilusiona ni de lejos mi inquietud por la taxidermia, le resta valor en favor del otro instrumental, aunque servidor recuerda que la 'ley Moyano' precisaba una colección de Zoología que incluyera a las principales especies. Con el timbre los alumnos vuelven a clase y uno a su casa.

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