El regreso al colegio después del período de vacaciones estivales supone un cambio y una alteración en las dinámicas familiares que exceden a lo meramente económico. Padres e hijos deben volver a la rutina que supone el inicio del curso escolar, con sus horarios y las restricciones de libertad y diversión que ello supone para los mas pequeños.
La situación que se genera puede llegar a ser, en algunos casos, fuente de pequeños conflictos o de emociones ambivalentes, al presentarse tanto alegría como angustia. Pablo Fariña, jefe de sección del Servicio de Pediatría del CHUO, cree que no es del todo correcto hablar de estrés por el retorno a la época escolar: 'Debemos reconocer que las vacaciones son un período mas atractivo que la vuelta a la rutina, lo cual se supone más incómodo. Sin embargo, en un niño normal no tiene por qué existir mayor trascendencia o problema derivado alguno.'
En este sentido, resulta fundamental el entorno de la familia para evitar una integración marcada por la brusquedad; el apoyo familiar, en esta vuelta a una determinada rutina, es imprescindible. Más, inclusive, con aquellos niños que se inician en las rutinas escolares: 'Con los más pequeños, que empiezan por primera vez en el colegio, y pueden percibir la experiencia con mayor inquietud o ansiedad, la explicación y el diálogo por parte de padres y educadores es necesaria para llevar a cabo una transición adecuada y exitosa, ante las nuevas rutinas e instalaciones en que se van a ver inmersos'.
ACTIVIDADES
Se hace cada vez más evidente que nuestros niños, al inicio del curso escolar, dan comienzo al mismo tiempo a una serie de actividades, tanto escolares como extraescolares, que en algunos casos se antojan excesivas, haciendo de sus agendas, y en consecuencia de las de sus padres, un complejo crucigrama de horarios que se materializa en las idas y venidas presurosas que por las tardes solemos ver en la ciudad: del colegio a la piscina, de la piscina al inglés, del inglés a la música y de la música todos a dormir rendidos por el cansancio, tanto padres como hijos.
Fariña considera que el ambiente de la educación es cada vez más estresante porque hay mucha competitividad; ello, a pesar de que hoy en día los métodos de enseñanza son cada vez menos agresivos. Sin embargo, el volumen de actividades puede llegar a ser excesivo en algunas ocasiones, pues reduce el necesario tiempo de ocio.
A pesar de que los niños son muy resistentes, es preciso ser cuidadoso y exigir lo que los menores estén en condiciones de dar; no se trata de competir, sino de adquirir conocimientos.
