RIESGOS

La lucha contra el fuego se mide en la provincia

Ourense concentrará este año el mayor riesgo de incendio de toda Galicia 

Los vecinos de Rubiá y de Oulego saben de primera mano, y en fecha reciente pues ocurrió hace menos de un mes, lo que constituye enfrentarse a la furia incontrolada de casi todos los elementos, que se conjuraron para que, en ausencia del agua, el pánico rozase muy cerca sus viviendas durante una noche. Poco tiempo en la vida humana, apenas horas, pero el suficiente para entender la magnitud de lo que supone enfrentarse a un incendio forestal que se vuelca de un modo descontrolado.

En este caso específico, por fortuna sólo uno, los incendios forestales se adelantaron en unas tres semanas a la campaña del denominado Pladiga 2014, iniciativa autonómica para la compleja pero imprescindible labor del trabajo en la planificación, prevención y extinción de los incendios forestales.

Su principal labor se centra en la organización y el procedimiento necesarios para, en la lucha contra el fuego, desarrollar en su totalidad la fase de actuación pertinente en incendios clasificados como de nivel de gravedad 0, en el abanico de una escala que abarca hasta el 4. Las labores, que no se ciñen exclusivamente a la extinción, contemplan también la planificación previa, conociendo específicamente la distribución del territorio y la incidencia histórica de los incendios en éste; así como un plan de prevención, detección, disuasión e investigación.

Se hace imprescindible, dentro de la labor de la lucha contra los incendios forestales, conocer la composición de las distintas superficies sobre las que se ha de operar, así como la evolución de las incidencias en ella a lo largo del tiempo.

Una simple ojeada al gráfico de la tendencia en el tiempo permite atisbar el pánico: si se tiene en la memoria más episódica el 2006 como un año nefasto, con poco menos de 10.000 hectáreas asoladas, conocer que en 1989 esta cifra rozó las 200.000 supone vislumbrar las fauces del averno.

En el caso específico del plan actualmente presentado, se exhibe como novedad la inclusión, pese a la funcionalidad operativa que posee la ya empleada distribución en distritos forestales, de una delimitación del territorio en parroquias conocidas como de 'alta actividad incendiaria'. Una clasificación que alcanza el número de 79, y de las cuales 48 se encuentran en la provincia de Ourense. Sensible contraste negativo si se tienen en cuenta las restantes provincias: 17 en Pontevedra, 13 en A Coruña y, un éxito medioambiental, 1 en Lugo. Un inciso importante a tener en cuenta en las labores de prevención: concellos como A Gudiña, Manzaneda o A Mezquita se muestran como los de mayor repercusión incendiaria.



Tatuaje

Un ostensible tatuaje que, como se aprecia en el gráfico al que este texto acompaña, nos tiñe de naranja. Cuanto más al sur, más acusada esta tonalidad se vuelve. 27 ayuntamientos sobre los que la fatídica premonición del crepitar de las llamas, el agobiante humo y las cenizas, el ruido de los aviones antiincendios, así como el jaleo de equipos de extinción, se cierne nuevamente.

Dentro de esta voluntad de conocer el terreno, el informe incluye unos datos que se revelan fundamentales: en Galicia, el régimen de propiedad de la tierra sitúa en 64,49% la tenencia privada de los montes; así mismo, el uso del suelo es igualmente revelador: un 68,86% se denomina 'forestal' (del cual el 70% constituye superficie arbolada) frente a un 27,82% bajo el rótulo 'agrícola'. En buena medida, en el cruce de estas variables dentro del eje del terreno es posible encontrar, entre otros complejos elementos sociológicos y económicos, la explicación a la vorágine vivida en las ultimas dos décadas en lo referido a la incidencia de los incendios forestales.

Una vez que la temporada ha dado inicio, se sumerge en su propio efecto de 'bola de nieve', y los días se suceden unos tras otros ante el nefasto espectáculo que supone el incremento de las hectáreas consumidas. Poco se puede hacer más que coordinar las labores de un modo eficiente y esperar a que la meteorología sea benévola.

No obstante, una de las labores fundamentales, la prevención, se puede entender como la piedra angular dentro de todo el complejo rompecabezas de los incendios. El Plan que en esta ocasión se presenta, entiende que es precisa una regulación específica referida al uso del fuego; así como acciones sociológicas y de educación ambiental, así como la mejora de los sistemas de alerta preventiva y de infraestructura de defensa. Todo ello, se hace énfasis, en la búsqueda de un incremento del valor del monte; un valor que, es preciso añadir, se sitúa más allá de lo económico, en lo sociocultural. Un 'antes' que se revela fundamental en la laberíntica tarea de luchar contra los incendios.

Una vez que el velo se ha roto, el 'después', que significa cuando la epidemia de incendios ha dado inicio, la acción de lucha contra tal desenfreno toma vital importancia. Para el presente ejercicio, la Xunta destina una cantidad superior a los 96 millones de euros en esta desigual batalla, 41 de los cuales se destinan al gasto en personal. Este activo humano, la parte más importante del dispositivo, la componen unos 5767 efectivos, apenas 59 mas que en 2013, pero en sensible mengua respecto a un ejercicio como el de 2008, en que se emplearon 6119 efectivos.

En la provincia de Ourense, se destinan 1670 efectivos y, entre otros, medios materiales de importancia tales como cinco aviones de carga en tierra, o seis helicópteros extintores.

El dispositivo, aquí tan solo resumido, se revela extenso y complejo, tal como es la naturaleza del problema que pretende abordar: un idílico vergel inagotable, materializado por en superficie forestal, que cada año sufre una importante mengua por una serie de complejos factores socioculturales, históricos y económicos. Un reto de enorme importancia que, antes o después, deberá ser acotado, bajo pena de propia extinción.

Te puede interesar