El triunfo de España en el Mundial y las altas temperaturas de estos días han relanzado la venta de este producto típicamente español, que atraviesa una fuerte caída en los últimos años

El abanico sobrevive a la crisis a golpe de calor y de turismo

Los abaniqueros españoles se han reencontrado este verano con dos aliados imprescindibles: temperaturas altas y turismo, que están animando las ventas y permiten al sector cierta esperanza de salir de la crisis, agravada por la situación económica general y la competencia china.
Favorecido por unos veranos abrasadores en gran parte del país, el abanico se ha convertido en un artículo más de lo conocido como 'típico español', para refrescarse en casa o en la calle, en el coche, en misa, en los toros... o como recuerdo folclórico, desde el más simple hasta el más refinado, sólo de madera o combinada con tela y encajes, liso o decorado, para uso propio o regalo.Sin ir más lejos, la primera dama de EE.UU., Michelle Obama, ha sido agasajada con algún abanico durante su estancia de estos días en Andalucía.

Con el tiempo ha perdido funciones que cumplía siglos atrás como complemento habitual del vestuario, sobre todo de las damas nobles, para lucirlo con distinción o incluso comunicarse con todo un lenguaje de signos. La fabricación de este invento sencillo, práctico y milenario apenas sobrevive hoy en España en 15 ó 20 pequeños negocios familiares y artesanales, radicados casi todos en la provincia de Valencia, que tratan de mantener una tradición, a veces de varias generaciones, bajo la marca de calidad 'Abanico Español'. Pero a pesar de las dificultades, este año parece ir mejor que los anteriores.


PRODUCCIÓN REDUCIDA

La producción suele ser reducida, explica, con dedicación incluso a tiempo parcial porque se prefiere no arriesgar antes que perder por un fracaso de ventas. Los productores suelen suministrar directamente a los vendedores finales, con lo que se evitan intermediarios y encarecimientos, según el maestro mayor del Gremio provincial de Abaniqueros de Valencia, José Giner.

Los problemas que ya arrastraban los fabricantes han empeorado en los dos o tres últimos años. Las ventas se han desplomado a la mitad y las exportaciones han bajado un 80 por ciento, según calcula Giner, pues es difícil disponer de datos exactos.

Desde Aldaya, una fabricante que prefiere el anonimato asegura que vende menos de un tercio que antes y añade que la producción se ha reducido a un 1 por ciento en diez años. 'Como sigamos así, de aquí a dos años no queda ninguno. Lo que se está haciendo es subsistir'.

Como precedente, recuerda que antes había en torno a tres veces más fabricantes. La propietaria de este negocio, que pertenece a la quinta generación de una familia de abaniqueros, lamenta que tuvo que despedir a las cinco empleadas que tenía, y ella continúa sola.

La caída de ventas trata de compensarse con la restauración, pero también está a la baja, y otros sobreviven con artículos exclusivos, o de encargo, de producción limitada, principalmente para bodas y fiestas, aunque se piden precios 'más arreglados'.

El cliente que antes pagaba 1.200 euros por un abanico de madreperla opta ahora por uno nacarado de 150 euros.

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