Una dieta adecuada es uno de los factores fundamentales para para el desarrollo correcto del ser humano. Así lo puso de relieve el director del Laboratorio de Nutrición y Genómica del Centro de Investigación Nutricional de Boston, José María Ordovás desarrollará estos días en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en un curso magistral sobre nutrición personalizada.
Según explicó Ordovás a sus alumnos en la primera sesión del curso, la alimentación es uno de los factores claves para entender la evolución del ser humano respecto a otros animales y el desarrollo de su cerebro. Y también hoy la alimentación puede determinar una mejor o peor salud y un envejecimiento más saludable.
Lo importante, según dice, es no generalizar, porque un mismo alimento no afecta igual a todas las personas. Una muestra es la sal, habitualmente asociada a problemas de hipertensión, cuando en la práctica, solo un 25 % de los ciudadanos ve alterado su nivel de presión arterial por el consumo de sal, y el 75 % restante puede consumir cantidades mayores sin sufrir esa incidencia. También puso el ejemplo de la grasa, a la que se está dando un 'cariz negativo', pese a la importancia de tener suficientes cantidades de grasa para alimentar la actividad cerebral.
Otro producto que se está demostrando beneficioso para el cerebro es el café, incluido el descafeinado. Ordovás aludió a los últimos estudios al respecto, que apuntan que el consumo de tres o cuatro tazas diarias ayuda a reducir el deterioro cognitivo. Por su parte, dos copas de vino al día ayudan a las mujeres de entre 50 y 60 años a prevenir fracturas y la osteoporosis.
Los beneficios de determinados alimentos van más allá de lo que es estrictamente salud y pueden incluso mejorar la imagen. Por ejemplo, las personas que toman tres o más piezas de fruta diaria resultan más atractivas, y todo porque los carotenoides de la fruta les aportan un tono de piel más saludable que nuestro cerebro detecta y asocia con la búsqueda de un compañero sano para reproducirse.
Lo importante, según dice, es no generalizar, porque un mismo alimento no afecta igual a todas las personas. Una muestra es la sal, habitualmente asociada a problemas de hipertensión, cuando en la práctica, solo un 25 % de los ciudadanos ve alterado su nivel de presión arterial por el consumo de sal, y el 75 % restante puede consumir cantidades mayores sin sufrir esa incidencia. También puso el ejemplo de la grasa, a la que se está dando un 'cariz negativo', pese a la importancia de tener suficientes cantidades de grasa para alimentar la actividad cerebral.
Otro producto que se está demostrando beneficioso para el cerebro es el café, incluido el descafeinado. Ordovás aludió a los últimos estudios al respecto, que apuntan que el consumo de tres o cuatro tazas diarias ayuda a reducir el deterioro cognitivo. Por su parte, dos copas de vino al día ayudan a las mujeres de entre 50 y 60 años a prevenir fracturas y la osteoporosis.
Los beneficios de determinados alimentos van más allá de lo que es estrictamente salud y pueden incluso mejorar la imagen. Por ejemplo, las personas que toman tres o más piezas de fruta diaria resultan más atractivas, y todo porque los carotenoides de la fruta les aportan un tono de piel más saludable que nuestro cerebro detecta y asocia con la búsqueda de un compañero sano para reproducirse.
