La cantante de Netflix que pone música a las noches en Galicia

 Anahí Calvo con su inseparable guitarra, en su entrevista con Atlántico.
photo_camera Anahí Calvo con su inseparable guitarra, en su entrevista con Atlántico.

Anahí Calvo abandonó su trabajo para dedicarse a su pasión: "Mi parte creativa estaba frustrada"

Anahí Calvo nació en Vigo, aunque a los tres meses se mudó a Buenos Aires. Volvió con 15 años y ya lleva más de una década en la ciudad. En 2020 participó en un concurso de Netflix, que aunque no la catapultó a la fama, le dio la oportunidad de vivir nuevas experiencias y superar sus miedos. En las últimas semanas la hemos visto actuar en la Plaza de la Constitución, Príncipe o en el Paseo de Alfonso XII, siempre acompañada de su guitarra, un micrófono y un amplificador.

Empezó en la música siendo muy pequeña: “Con cuatro o cinco años ya me gustaba cantar y bailar. Yo quería ser cantante, bailarina o actriz”, cuenta Anahí. Después de verla brincar y dar conciertos por toda la casa, sus padres le preguntaron si quería aprender a tocar un instrumento. Se apuntó a clases de piano con sólo ocho años. Más tarde, lo cambiaría por la guitarra. 

El año pasado se le presentó una oportunidad única: una productora madrileña le ofreció un casting y tras pasar una serie de pruebas entró en el programa ¡A cantar!, presentado por el exconcursante de OT2017, Ricky Merino. La oferta pilló a Anahí completamente desprevenida: “Estaba en el baño en ese momento y atendí la llamada. Me dijeron que era un casting de música, pero no me podían adelantar más. Me animé y decidí ir. Hice la prueba un viernes y el lunes me llamaron para decirme que había sido seleccionada para la siguiente fase”. En Londres grabó el programa y aunque fue eliminada en la primera ronda no se desanimó: “Para mí fue un sueño, me sentí como una estrella. Fue una experiencia muy linda y que sin duda repetiría. Me ayudó mucho a aprender a plantarme delante de un plató”.

Tras volver a Vigo y a su antiguo trabajo, en junio de 2020 decidió dejarlo para dedicarse íntegramente a la música: “Estaba con un contrato fijo aunque indefinida, pero mi parte creativa estaba frustrada porque no tenía tiempo para dedicarme a lo que yo quería. Tomé la decisión de dejarlo y fluir”, explica. Decidió volver a subirse a los escenarios en la segunda ola de la pandemia: “Hice mi primer bolo en septiembre de 2020 y cerró todo”. Actualmente, compagina actuaciones callejeras con conciertos, enfrentándose en la actualidad a su mayor reto: tocar en la Plaza de la Constitución, donde los fines de semana reúne a transeúntes que detienen sus vidas para escucharla. 

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