Armenia, obligada a cambiar el coñac por el brandy

La
photo_camera Una bodega de Armenia con los barriles que guardan su tesoro más preciado, el coñac.

Un acuerdo firmado con la Unión Europea obliga al país a renombrar su bebida más famosa, uno de sus símbolos indiscutibles, junto con el bíblico monte Ararat, antes de 2043

Uno de los símbolos indiscutibles de Armenia, junto con el bíblico monte Ararat, es su famoso coñac, bebida favorita de Winston Churchill, que el país tendrá que renombrar como brandy tras llegar a un acuerdo con la Unión Europea. Según el pacto, firmado en 2017 y ratificado este verano, Ereván tiene que dejar de emplear el nombre “coñac” en su aguardiente de vino destinado al mercado exterior a partir de 2043.

La medida también afecta la comercialización del brandy armenio en el mercado local, donde no podrá denominarse “coñac” ya desde 2032. Y es que la UE insiste en que el coñac es todo aquel que se produce en la localidad francesa de Cognac, mientras las demás bebidas deben utilizar el nombre de brandy. A cambio de rechazar al coñac, el país caucasiano recibirá de Bruselas un total de 3 millones de euros que se destinarán a la complicada labor de ‘rebranding’, un proceso que por el momento carece de una hoja de ruta y provoca inquietud entre los fabricantes de coñac armenios.

Los conocidos fabricantes del coñac, que producen anualmente cerca de 20 millones de botellas, precisaron que actualmente el 95 % de su aguardiente de vino se destina a la exportación, siendo Rusia el principal mercado consumidor. La historia contemporánea de la bebida nacional de Armenia comienza a finales del siglo XIX, con la apertura de una fábrica en Ereván, aunque muchos creen que el aguardiente de vino se destilaba en el valle de Ararat desde tiempo inmemorial.

Y es que la calidad de la uva, del agua y la tecnología de conservación en barriles de roble especiales confieren al brandy armenio un sabor y un aroma capaces de satisfacer los paladares más exquisitos.

Fueron precisamente estas características las que le catapultaron a la fama en tiempos de la Unión Soviética, cuando el coñac armenio era apreciado en cualquier punto del imperio rojo desde el Báltico hasta el Vladivostok. Pese a su precio bastante alto, el brandy armenio estaba presente en todas las celebraciones importantes en los hogares soviéticos. En la década de los 2000 la industria vivió un nuevo renacer tras la reconstrucción de antigua fábrica de coñac de Ereván por parte del empresario Gagik Tsarukian.

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