VOLUNTARIADO

Bancario por la mañana, voluntario por la tarde y cooperante en vacaciones

"Lo bueno de los trabajos de cooperación internacional es que son proyectos que no se vienen abajo, están al margen de la situación económica de ese país".

Pedro Moreno se dirige cada mañana a la oficina de La Caixa donde trabaja, por la tarde se encarga de abrir la ciberaula para niños del Hospital Clínico o enseña negocios en un instituto, y, en vacaciones, viaja a Mozambique o a Ecuador a enseñar cómo gestionar huertos familiares.

"Todo esto me da mucha alegría, me da razón de vivir, lo mismo que para mi es una razón de vivir mi mujer y mi hijo; toda esta actividad de voluntariado, me llena, te sientes satisfecho, te creces y se sientes realmente bien", explica en una entrevista .

Pedro, de 50 años, es uno de los 6.600 trabajadores voluntarios de la entidad y uno de los 40 que participan en proyectos de cooperación durante sus vacaciones que esta entidad desarrolla en Bolivia, India, Perú, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Gambia, Camboya, Marruecos y Mozambique.

Hace mes y medio que ha vuelto de Beira, la segunda ciudad más poblada de Mozambique, situada en la desembocadura del río Pungwe, donde ha trabajado con familias empobrecidas, a las que ha enseñado a gestionar huertos.

"Lo bueno de los trabajos de cooperación internacional es que son proyectos que no se vienen abajo, están al margen de la situación económica de ese país. Los huertos favorecen a 110 familias, que comen de eso, están junto al río y sacan agua con un motor bomba".

Ahora, ya de vuelta en la oficina del distrito de Vallecas, en Madrid, donde se dedica sobre todo a gestionar créditos para la compra de pisos, ha retomado por las tardes, de lunes a viernes, sus proyectos en la capital española.

"Yo llego al Clínico y voy a donde están las enfermeras y pregunto cuántos niños pueden venir a la ciberaula, a donde acuden niños desde los dos años, que vienen con sus padres, hasta los 17, que vienen con sus amigos; te tiras allí tres horas y te lo pasas pipa, el tiempo pasa volando, ellos también porque hay juegos para todos y están deseando salir de la rutina", cuenta.

Ramón también participa en el programa con el que la Obra Social pretende despertar una actitud emprendedora a estudiantes de Secundaria y Bachillerato (de 14 a 18 años), a los que inicia en el mundo de los negocios.

"Es divertidísimo, los chavales tiene que inventar algo novedoso que sea un negocio y una empresa", explica este experto en finanzas, que se convierte en tutor de los menores orientándoles para que "sus ideas salgan a flote".

"Es admirable la ilusión que le ponen, salen de la rutina escolar y el mejor proyecto se puede llevar de premio un viaje a EEUU; les ayuda a trabajar en equipo", valora.

Pero no se queda ahí su actividad solidaria, también ha impartido formación a trabajadores de larga duración -a los que facilita herramientas y tutela en la búsqueda de empleo-, acompañado en domicilios a niños en fase de cuidados paliativos y apoyado a estudiantes fuera del horario escolar en sus tareas escolares.

Opina que podría haber más voluntarios, porque muchas personas lo serían si se lo ofrecieran.

"Hay gente que no hace nada, que está desocupada, disfrutaría mucho siendo voluntarios", asegura, quien destaca la fortuna de trabajar en esta empresa, que facilita a sus trabajadores a realizar estas labores en favor de los demás.

Mientras mantiene esa actividad solidaria, Pedro sigue ideando el proyecto que desearía algún día llevar a cabo.

"Me preocupan muchos los niños huérfanos en Mozambique, que no tienen para comer ni para beber, ni agua. Hay que hacer centros de acogida o captar dinero para que otras familias los apadrinen o adopten".

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