Sus nombres, 'Cabano' y 'Gallardo', son los habituales para dos bueyes de labranza. La peculiaridad de esta pareja es que residen en Coruxo, en plena zona residencial de la avenida Ricardo Mella. Son los únicos censados en todo Vigo. Su propietario, Sito Oliveira, se concedió este capricho con cuernos hace un año como regalo por su 40 aniversario: 'Dan mucho trabajo, pero no los vendo por nada'.
Cada día, al acabar su jornada laboral en el turno de noche de una fábrica, acude a acondicionar la cuadra y a alimentarlos. 'Salen a hacer ejercicio todos los días por el patio y hay que cambiarles la paja a menudo para que no se forme estiércol y no huela, o los vecinos protestarían', asegura Sito.
Con tres años cada buey supera los 500 kilos. No dejarán de engordar hasta los siete años, en que ya se considerarán adultos. Su dieta diaria consiste en dos alpacas de hierba, 20 kilos de harina de maíz y restos de comida. La pareja está valorada en 12.000 euros. Pero su adquisición no respondió a motivos económicos, tal y como explica Oliveira: '?Quería recuperar la tradición de mi familia que se perdió hace más de cuarenta años; los tenemos como entrenimiento y no espero que me hagan ganar dinero,más bien al contrario'. Los bueyes, de los pocos que se conservan en Galicia, son reclamados desde distintas localidades para demostraciones etnográficas y fiestas tradicionales. 'Cabano' y 'Gallardo' ya se han exhibido en Matamá, Sanxenxo, Meis y este fin de semana, Cambados, donde hicieron una marcha de cuatro quilómetros, sorprendiendo por su mansedumbre. Oliveira descarta la creación de un negocio con sus bueyes, pero está dispuesto a llevarlos a dónde se los pidan, siempre que corran con los gastos del transporte: 'Quien esté interesado que venga por casa (Ricardo Mella, 314)', afirma.
Este sábado por San Lourenzo, la pareja de bueyes saldrá de nuevo. En esta ocasión se quedarán en la parroquia, en la que se organiza una fiesta de la labranza tradicional a pocos metros de su cuadra, de donde saldrán a las 16.30 horas para dirigirse al Camiño de Moláns.
En estos encuentros participa toda la familia y cuidan todos los detalles, desde la indumentaria de faena a los complementos para pasar un día de campo. Entre ellos, Salvador Oliveira, padre de Sito y responsable de su pasión: 'Para mí es un orgullo; fui toda la vida ganadero y aún recuerdo cuándo llenábamos dos camiones de bueyes entre San Miguel y Coruxo', recuerda.
Con tres años cada buey supera los 500 kilos. No dejarán de engordar hasta los siete años, en que ya se considerarán adultos. Su dieta diaria consiste en dos alpacas de hierba, 20 kilos de harina de maíz y restos de comida. La pareja está valorada en 12.000 euros. Pero su adquisición no respondió a motivos económicos, tal y como explica Oliveira: '?Quería recuperar la tradición de mi familia que se perdió hace más de cuarenta años; los tenemos como entrenimiento y no espero que me hagan ganar dinero,más bien al contrario'. Los bueyes, de los pocos que se conservan en Galicia, son reclamados desde distintas localidades para demostraciones etnográficas y fiestas tradicionales. 'Cabano' y 'Gallardo' ya se han exhibido en Matamá, Sanxenxo, Meis y este fin de semana, Cambados, donde hicieron una marcha de cuatro quilómetros, sorprendiendo por su mansedumbre. Oliveira descarta la creación de un negocio con sus bueyes, pero está dispuesto a llevarlos a dónde se los pidan, siempre que corran con los gastos del transporte: 'Quien esté interesado que venga por casa (Ricardo Mella, 314)', afirma.
Este sábado por San Lourenzo, la pareja de bueyes saldrá de nuevo. En esta ocasión se quedarán en la parroquia, en la que se organiza una fiesta de la labranza tradicional a pocos metros de su cuadra, de donde saldrán a las 16.30 horas para dirigirse al Camiño de Moláns.
En estos encuentros participa toda la familia y cuidan todos los detalles, desde la indumentaria de faena a los complementos para pasar un día de campo. Entre ellos, Salvador Oliveira, padre de Sito y responsable de su pasión: 'Para mí es un orgullo; fui toda la vida ganadero y aún recuerdo cuándo llenábamos dos camiones de bueyes entre San Miguel y Coruxo', recuerda.
