Cosas comeréis

Aunque algunos se empeñan en afirmarlo, Groucho Marx nunca dijo más madera, es la guerra. Tampoco Don Quijote le comentó a su fiel escudero cosas veredes, amigo Sancho, que harán hablar a las piedras. Sin embargo, así se dirigió el rey Alfonso VI a Rodrigo Díaz de Vivar en el Cantar del Mío Cid: cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras. 

Parafraseando este clásico, el nervioso Aloysius anduvo algo inquieto por su futura alimentación, sobre todo desde que en febrero de 2021, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) aprobó el consumo humano de las larvas del escarabajo Tenebrio molitor, popularmente conocido como gusano de la harina, por sus beneficios para la salud humana y el medio ambiente. Para los expertos, determinados insectos representan una valiosa fuente de proteínas, cuya explotación reportaría además beneficios a su entorno. Según criterios nutricionales, además del humilde gusano de la harina, hormigas, avispas, grillos y langostas (además de las marinas) aportarían grandes beneficios dietéticos a los humanos. Nada de extrañar, pues nuestros ancestros consumieron larvas e insectos para sobrevivir en este planeta, y en la actualidad las hormigas culonas fritas representan una delicatessen en Colombia, por poner un ejemplo.

Hace tiempo comentamos cómo unos investigadores japoneses habían conseguido elaborar carne artificial a partir de concentrados de proteínas obtenidos de cultivos de bacterias fecales. Más recientemente, científicos hindúes han producido miel artificial en sus laboratorios imitando el proceso natural que ocurre dentro de las abejas. La miel se compone fundamentalmente de glucosa y fructosa (80%) y el 20% restante de agua. Las enzimas presentes en la saliva de las abejas fermentan el néctar que liban de las flores, consiguiendo activar el dulzor de la miel. Una empresa familiar israelí, siendo consciente del riesgo que supondría para la humanidad la desaparición de tan valiosos insectos, ha creado también una especie de colmena robótica. Y parece ser que la fortuna les sonríe, pues han comenzado a cotizar en la Bolsa del Tel Aviv con una valoración que supera los 11.5 millones de dólares. 

Uno de los mayores peligros que acechan a las abejas son los pesticidas, empleados para evitar el deterioro de los cultivos. Los empresarios israelíes detectaron que en su retorno a las colmenas, las abejas podían portar néctar contaminado con estos venenos químicos, que incluso podrían pasar a los consumidores de dicho producto. Por último, un equipo de investigadores patrios ha descubierto un alimento marino con un enorme potencial gastronómico, nutricional, medioambiental y social. Se trata de las semillas de un cereal marino, la zostera, una planta capaz de crecer en agua salada. Dos de sus más cotizadas especies crecen en Cádiz, donde el chef Ángel León las emplea dentro de la carta de su restaurante Aponiente, galardonado con 3 estrellas Michelín. Y en la bahía gaditana ya se cultiva este producto a caballo entre el arroz y las legumbres, tanto por sus propiedades nutricionales como por las organolépticas, que puede cocinarse o convertirse en harina. Decían de Rambo que era capaz de comer cosas que harían vomitar a una cabra. Cuestión de supervivencia, Y de gastronomía, por supuesto.

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