En su última actividad pública antes de dar a luz a mediados del mes próximo, la esposa del príncipe Guillermo bautizó un crucero en el puerto de Southampton con el nombre de 'Princess Royal', toda una tradición en la familia real.

Cuenta atrás para Catalina

La duquesa de Cambridge, durante el bautizo oficial del buque. (Foto: GERRY PENNY)
La duquesa de Cambridge asistió ayer en el puerto de Southampton (Reino Unido) como 'madrina' al bautizo oficial de un nuevo trasatlántico para cruceros, en su último compromiso oficial en solitario antes del nacimiento de su primer hijo, previsto para mediados de julio. La esposa de Guillermo de Inglaterra, ya en su octavo mes de gestación, acudió a este acto ataviada con un llamativo abrigo de estampado animal en blanco y negro y luciendo un elegante tocado negro que le cubría la melena, y se mantuvo muy pensativa durante buena parte del acto oficial.
La duquesa de Cambridge dará a luz previsiblemente a mediados de julio al que será el primer nieto del príncipe Carlos. El bebé -cuyo sexo no se ha revelado públicamente- será el tercero en la línea de sucesión del trono británico y podrá reinar sin importar si es niño o niña, gracias a los cambios en la legislación sobre sucesión.

El bautizo del barco de la compañía 'Princess Cruises', con capacidad para transportar a 3.600 pasajeros, constituye una tradición largamente arraigada dentro de la familia real británica, y la malograda Diana de Gales, madre de los príncipes Guillermo y Enrique, ya bautizó al predecesor.

Como manda la tradición dentro de esta empresa de barcos de cruceros, el bautizo oficial del 'Princess Royal' incluyó que Catalina estrellara una botella contra el casco del trasatlántico antes de que éste parta el próximo domingo desde el puerto de Southampton (sur de Inglaterra) en dirección a Barcelona. El acto estuvo amenizado con actuaciones musicales de la cantante de pop Natasha Bedingfield, quien interpretó su exitoso tema 'Unwritten', y de la artista Kerry Ellis, un rostro muy conocido en los escenarios teatrales del West End. Con un peso de 141.000 toneladas, 19 cubiertas y capacidad para transportar a pasajeros a una velocidad de 22 nudos, el transatlántico cuenta además con una cubierta de cristal, un pasillo acristalado de 8,5 metros de longitud e incluye la mayor panadería a bordo de un barco.

El pasado abril, el príncipe Guillermo y su esposa, Catalina, celebraron su segundo aniversario de boda con la popularidad por las nubes, a cuatro meses entonces del nacimiento de su primer hijo. Un 29 de abril de 2011, el hijo mayor de Carlos de Inglaterra y su novia Kate Middleton -su nombre de soltera- se daban un baño de multitudes en una majestuosa ceremonia oficiada en la abadía de Westminster en Londres, marcada por el patriotismo.

Esa boda fue, sin duda, uno de los eventos más esperados del año, por el que miles de personas, tanto británicos como extranjeros, se echaron a las calles de la capital para arropar a los futuros reyes del Reino Unido.

Desde entonces, la pareja ha sido vista en multitud de actos públicos luciendo sus mejores sonrisas, al tiempo que se convertían en objetivo de los 'paparazzi' de todo el mundo, que han encontrado en la simpatía y el atractivo de Catalina, como hicieran en su día con la madre de Guillermo, la fallecida Diana de Gales, todo un filón mediático. Esta popularidad ha generado ya algún problema, como el caso de sus fotos en tomando el sol en topless en la costa francesa.

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