El aceite de palma

Por mi trabajo y quehaceres diarios, ir a la tienda es algo muy habitual en mi rutina. Hay veces que hago una compra de todo lo que me hace falta en un supermercado, y hay otras que para encontrar los mejores ingredientes y los precios más bajos, tengo que hacer una aventura de Pekin Xpress. Con los tiempos que corren y la subida de la cuantía que hay que pagar en casi todos los comestibles, es la mejor forma de ir ahorrando unos euros para otras cosas. 

Hace unos años solo buscaba lo que quería sin darle muchas vueltas. Si había poca diferencia de precio me quedaba con el que mejor aspecto o sabor tuviese (mejor malo conocido que bueno por conocer), y lo de leer el etiquetado nutricional e ingredientes, nada de nada. 

Hoy en día, intento comprar las viandas más naturales posibles (pecando en algún vicio esporádicamente), intentando evitar los alimentos que contengan muchos ingredientes en su listado. Los yogures que compraba antes eran los de sabores, evolucionando a los yogures con tropezones de fruta y terminando por escoger la mejor opción, que es la del yogur natural, y si es con fruta añadida, se la añado yo. Punto y pelota. 

Siguiendo con el hilo de los etiquetados e ingredientes tampoco me dejo llevar mucho por el marketing del que tiran algunas marcas para vender su productos estrella. Y el que veo mucho últimamente y en muchos productos, es el de “sin aceite de palma”. Y yo pienso, ¿tan malo será?, es que le han colgado el san Benito de ingrediente malo y quería llegar al meollo del asunto para denostarlo o para no tener tan en cuenta la mala fama creada a su alrededor. 

Es un aceite vegetal obtenido de la fruta de las especies de palma Elaeis guineensis y Elaeis oleífera. Se conoce desde hace milenios en África, pasando a América en los viajes de colon y exportada a Asia hace unos cientos de años. Se utiliza para crear combustible, en productos cosméticos como los jabones, o en la parte que nos atañe ahora mismo, en la alimentación. 

Al ser un aceite, uno de los primeros usos que podemos pensar es el de las frituras. Pero también se añade a productos como los helados, las natillas, las pizzas, la bollería industrial, cereales, snacks, cremas de cacao, patatas fritas de bolsa…un sinfín de lugares que si no nos fijamos en los ingredientes, ni siquiera sospecharíamos de su existencia. Pero aunque leyéramos las etiquetas, podría venir medio camuflado como aceite de palmiste, grasa o aceite vegetal, grasa vegetal fraccionada, ascorbil palmitako, kernelato de palma de sodio…siendo estas, algunas de las mas de 200 acepciones del aceite de palma. 

Uno de los problemas mas destacados, no nutricionalmente hablando, es su cultivo y la deforestación que conlleva. Recuerdo un traslado en coche en Costa Rica, en la que un desplazamiento de 1 hora, solo había miles y miles de palmas a todo lo que alcanzaba la vista. Medidas astronómicas para un lugar en el que deberían de estar las selvas y su biodiversidad animal y vegetal. Pero el hándicap que tiene para con la naturaleza, es que es barato, untuoso, y sus características organolépticas son demasiado gustosas. A nivel nutricional, si fuera en crudo, seria menos nocivo que las grasas trans. Pero realmente el culpable de que sea poco saludable para nuestro cuerpo es que se suele transformar para mejorar su aspecto, color y estado para poder introducirlo en alimentos como los mencionados anteriormente. 

Si mezclamos aceite de palma hidrogenado, con productos con alto contenido en sales, azúcares, aditivos, y procesos de cocinado agresivos…pues normal que esté en una posición de mírame, pero no me toques (o comas). Esto me hace pensar que si estos productos (bolsas de snacks, bollería, cereales, margarinas…), llevasen el mejor aceite de oliva virgen extra, ¿pasarían a ser saludables?, pues me parece que no. Hay veces que cuando estamos buscando al “malo” a nuestro alrededor, seguramente seamos nosotros, por comprar ese tipo de alimentos. 

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