El nabo del diablo

Un robusto y precioso nabo del diablo con sus flores blancas.
photo_camera Un robusto y precioso nabo del diablo con sus flores blancas.
Su nombre genérico deriva del griego oinos que significa “vino”, por  su olor

El nabo del diablo, apio bravo o acibuta, conocido en gallego como  nabo de San Pedro o pé de boi y científicamente como Oenanthe  crocata, es una especie herbácea perenne, robusta y ramosa,  perteneciente a la familia de las Apiáceas, anteriormente denominada Umbelíferas. Se encuentra en todo el oeste de Europa así como en la  cuenca mediterránea. Su presencia es común en zonas pantanosas,  acequias, bordes de cursos de agua, lagunas y lodazales de todo el  territorio gallego, preferentemente de suelos ácidos. 

Sus raíces en forma de tubérculos estrechamente elípticos, semejan a  los del nabo y al hacerles una incisión segregan un líquido amarillo  anaranjado. De esas raíces, salen los tallos estriados, asurcados y  huecos en su interior. Sus hojas inferiores, de hasta de 30 centímetros  o más, están partidas tres o cuatro veces; son dentadas y de color  verde vivo, y poseen un peciolo que envuelve el tallo. Las superiores  son bi o tri foliadas y más estrechas que las basales, incluso a veces  lineares. Todas son parecidas a las del perejil y a las del apio. Las  flores, de color blanco, están dispuestas sobre pedúnculos largos en  inflorescencias de tipo “umbela”, es decir, en forma de paraguas.  Florecen en la primavera y el verano. Sus frutos, marrones, cilíndricos  y redondeados en la base, con una comisura ancha, contienen las  semillas. 

Su nombre genérico deriva del griego oinos que significa “vino”, por  su olor, y su nombre específico deriva del latín crocata que significa  “de color azafrán”. 

Aunque todas las partes de la planta son tóxicas, tanto para los  mamíferos como para los humanos, las substancias venenosas se  concentran principalmente en la raíz, alcanzando su contenido  máximo de toxina en inverno y comienzos de la primavera. El parecido de esta planta con ciertas hortalizas como el rábano puede  inducir a su ingesta accidental. Asimismo, el fuerte olor a apio y la  forma de sus hojas, puede dar lugar a confusiones con especies del género Apium, motivo por el cual ha provocado, en ocasiones,  intoxicaciones letales en los seres humanos. El envenenamiento del  ganado bovino al consumir la planta es frecuente, incluso en cantidades pequeñas y también secas, por ello los ganaderos suelen  cortarla de manera preventiva en las zonas de paso de los animales.  

Sus efectos son similares a los de la cicuta: ataca el sistema nervioso  central, causa salivación, dilatación de pupilas, vómitos,  convulsiones y paro respiratorio. Otra consecuencia de la ingestión  de esta especie, es la “risa sardónica”. El término proviene de  Cerdeña (Sardegna en italiano), donde los antiguos sardos la  utilizaban para sacrificar a los ancianos, con crueldad. Los cadáveres  presentaban una expresión de risa llena de sarcasmo debida al  espasmo de los músculos de la cara. De hecho, en Italia la Oenanthe crocata recibe el nombre de hierba sardonia.  

Debido a sus efectos mortales rápidos fue usada en algunos sitios  como plaguicida para eliminar topos y ratas. También la raíz  machacada se utilizaba como técnica para pescar truchas. Echándola  en los remansos de los arroyos las envenenaban, con lo qual  aparecían flotando y podían ser recogidas fácilmente. En algunas  regiones con sus cañas huecas se hacían silbatos.  

De todas las plantas que constituyen la familia de las Apiáceas, la  cicuta, con la que se envenenó el filósofo griego Sócrates, y el nabo  del diablo son las más conocidas por su toxicidad. Su venta al  público está prohibida. 

Como norma general, no se debe comer ninguna especie campestre  sin saber o cerciorarse con un experto de qué planta se trata.

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